jueves, 4 de julio de 2019

Recordando Orgullo sajón...

Orgullo sajón es una de las novelas favoritas de mis lectoras, es por ello que te invito a leerla si es que aún no la has leído.



ORGULLO SAJÓN 


—En la calle de los curtidores hay unas cuantas construcciones magníficas —seguía planeando Wulkan, ajeno al golpe que acababa de propinar—. Te visitaré todos los días. El niño, por supuesto... — aunque la miraba, sólo se veía a él mismo—, porque será un varón ¿verdad? El niño tendrá un ama de cría. Buscaré a una mujer que pueda amamantarlo. Además... 

—Wulkan — interrumpió ella, tratando de controlarse—, vas demasiado deprisa. 

—¡Por descontado que no, pequeña! —Estaba exultante—. ¡Por los clavos de Cristo, que ese niño se convertirá en un verdadero guerrero! Gilbert le enseñará... ¡No! No, no. Yo mismo le adiestraré y... 

—¡¡Wulkan!! —le gritó para poner fin a la perorata, saltando de la cama, convulsa y despechada. Él, aturdido, enmudeció. Jacqueline arrancó una manta de la cama y se la puso sobre los hombros. Se le acercó y le espetó con frialdad: 

—No consentiré que me apartes de mi hijo para criarlo a tu manera. 

—También es mi hijo, Jacky. Sólo deseo lo mejor para él. 

La iba a tratar como una querida. Necesitaba herirlo. Herirlo en lo más profundo, como acababa de hacer con ella. ¡¡Dios, cómo podía estar tan ciega!! Por un momento, hasta llegó a pensar que Wulkan la amaba. Pero no le estaba ofreciendo su corazón, sino meras concesiones para pagar el hecho de que fuera la madre de su bastardo. ¡Quería sacarle los ojos! ¡Asesinarlo! Tragándose el arrebato de violencia, elevó aquel mentón sajón tan orgulloso y le dijo, con veneno en los labios: 

—Yo no he dicho que el bebé sea tuyo, milord. 

Wulkan recibió el anuncio como una herida de arma blanca. Como un pinchazo profundo, se le iba la sangre y perdió el color. No pudo abrir la boca. Cuando lo hizo, sólo pudo articular: 

—¿Qué has dicho, Jacky? 

—Que no debes preocuparte por la educación y la crianza de mi hijo. El niño no es tuyo. Los dedos de él se convirtieron en garfios. 

—¡Mientes! 

—¿Por qué habría de hacerlo? Me ofreces todo lo que una mujer puede desear sólo tendría que continuar la farsa. Pero no soy tan mezquina ni voy a aprovecharme de tu buena disposición. No, Wulkan, el bebé no es tuyo. —Mintió a conciencia, con frialdad, aunque el alma se le rompía en mil pedazos. 

La zarandeó como un poseso en un ataque de convulsiones. Cuando pudo enfocar de nuevo la mirada en su rostro, se dibujaba el peligro. 

—¡Dime quién es el desgraciado! 

—Antes me dejaría ahorcar —le retó. 

—Jacky... 

—No, milord —negó, despechada—. Tienes a Kellinword en tu puño. Eres señor de hombres, mujeres y tierras, incluso de sus vidas. Pero hay algo de lo que no serás nunca el amo, Wulkan. — Lágrimas saladas surcaban sus mejillas, como ríos incontrolados— ¡Nunca, entiéndelo bien, maldito normando! ¡¡Nunca podrás ser dueño de mi orgullo sajón!!

Sigue leyendo rxe.me/8498721938

No hay comentarios: