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martes, 16 de febrero de 2010

Aventuras y desventuras del caballero Escobar (Historia de amor en rima) 3ª parte y final





Lee aquí la segunda parte de la obra.


ACTO V


ESCENA ENTRE FUENCISLA Y ESMERALDA AL DARSE CUENTA QUE SE HAN FUGADO. ESMERALDA LLORA DESCONSOLADA.


Esmeralda:
-¡Yo lo quiero por marido!
¡Lo amo! ¡Lo adoro y basta!
Le habrán raptado, seguro,
porque si no, no se marcha.

Fuencisla:
–Más bien creo yo que huyeron
con astucia de soldados.
Les habremos dado miedo.
Me gustaba el italiano...

Esmeralda:
-No me casaré jamás
si no caso con Fulgencio.
Mandad que busquen a ambos
que los traigan ahora mismo.
Y a un obispo que nos case,
con cantos, bombo y violines
o ya podéis olvidaros
de cobrar esos florines.

Fuencisla:
-De eso ni hablar, Esmeralda.
El dinero, es el dinero.
Yo te devuelvo a ese pollo
aunque sea por el cuello.
Y de paso, a mi Giuseppe,
que me tiene como ida
cada vez que dice eso de
¡Signora, Mamma mía!

(Llama a dos de sus guardias).

Los quiero aquí de inmediato.
Y al cura, a don Hilarión.
Que aquí va a haber boda doble
¡como me llamo De Arcón!



ACTO VI

FULGENCIO Y GIUSEPPE SON INTERCEPTADOS POR LOS GUARDIAS DE FUENCISLA CUANDO ESTÁN A PUNTO DE TOMAR UN CARRUAJE QUE SALE DE SALAMANCA.


Giuseppe:
-Oye, viejo, mira allí.
¿No te suenan esas caras?

Fulgencio:
-Son los guardias de Fuencisla.

Gisueppe:
-¡Pues la hemos liado parda!

Fulgencio:
-Nos han visto. ¡Maldición!
Y el más grande es un armario,
que se parece a un borrico
al que le han robado el pasto.

Giuseppe:
-Escapemos por allí.

Fulgencio:
-Mejor por ese otro lado.

Giuseppe:
- Ay, Dios mío, que se acercan…
Y mira que par de manos.


Los guardias les alcanzan y se lían a golpes con ellos.


Fulgencio:
-Ay, ay, ay… ¡Menuda torta!

Gisueppe:
-Ay, ay, ay… ¡Vaya sopapo!

Fulgencio:
-Creo que me han roto un diente.

Giuseppe:
-Yo creo que el espinazo.


Guardia1:
-Y eso no es nada, muñecos
Si insistís en escapar,
que la señora Fuencisla
os ha mandado atrapar.

Guardia2:
-A nosotros nos da igual
una torta, dos o cientos,
así que elegid, capullos:
o hay boda, o hay cementerio.


Fulgencio:
-Boda. Boda. Sin dudarlo.
Pero quítame las zarpas
o va a quedar poca cosa
para la pobre Esmeralda.

Giuseppe:
-Boda. Boda. Lo prometo.
Con órgano y hasta misa,
pero si estoy deseando
casarme con mi Fuencisla.



ACTO VII

Regresan con ellos atados de pies y manos. Les desatan y se quedan vigilándoles mientras las dos mujeres suben a cambiarse para la boda.


ESCENA ENTRE FULGENCIO Y GIUSEPPE, QUE SE HACEN A LA IDEA DEL CASAMIENTO.


Fulgencio:
-Es una oportunidad,
ella es fea y yo soy cojo,
pero, Giuseppe, mi amigo,
aquí, por lo menos, mojo.

Giuseppe:
-A mí me gusta la madre.

Fulgencio:
-¿Fuencisla de Arcón?

Giuseppe:
- ¡Y Gil!

Fulgencio:
- ¿No te habrás enamorado?

Giuseppe:
- Pues mira, va a ser que sí.

Fulgencio:
-¡Vive el cielo!
¡No es verdad!
Alucino. Acaso sueño.

Giuseppe:
-No seas cabrón, Escobar.
Si tú mojas, ¿yo no puedo?

Fulgencio:
-¿Y tú te has puesto a pensar,
hombre sin mente, insensato,
que con ese matrimonio
habrás de ser mi padrastro?
Y si ya te aguanto poco
como amigo y confidente,
no quiero ni imaginar
lo que va a ser de pariente.
Giuseppe, no seas borrico.
Si te triplica en el peso...

Giuseppe:
- Pues eso es asunto mío
¡Ya me apañaré en el lecho!


Fulgencio:
- Está bien, es cosa tuya,
si no quieres escapar.
Soy tu amigo. Ya lo sabes.
Compañero de verdad.
Da un coscorrón en el muro
si tienes dificultad.

Giuseppe:
-Está entonces decidido.
Apechuga y nos quedamos.

Fulgencio:
-Además, mira la puerta.
Es imposible largarnos
con esos guardias tan fieros
y que encima están armados.

Giuseppe:
-En fin, resignémonos.
Nuestro futuro está echado.
Yo me caso con la gorda
y a ti te toca el espanto.


Fulgencio:
- Pues ¿sabes? Tiene su punto.
Es una buena persona,
graciosa y muy ocurrente
y huele bien, no a cebolla.
Por otro lado, Guisseppe,
no habrá varón que la robe,
y se conforma con poco
pues como es bizca, ve doble.

Giuseppe:
-Pienso lo mismo, Fulgencio.
Ya tengo mi alma en calma,
porque es gorda mi Fuencisla
y a mí, ¡me encanta la grasa!



ACTO VIII Y ÚLTIMO


Esmeralda y Fulgencio en su habitación.


Esmeralda:
-¡Qué bien lo haces, Fulgencio!
Estoy casi desmayada.

Fulgencio:
-¿No te importa mi cojera?

Esmeralda:
-Hijo… ¡de cojera, nada!

Fulgencio:
-Me refería a mi pierna,
mi querida deslenguada.

Esmeralda:
-¿A cual de las tres, Fulgencio?
¡Ay, perdón! No he dicho nada.

Fulgencio:
-Señora… que me perdéis
con vuestra lengua afilada.

Esmeralda:
-Hazme otra vez el amor,
Y aquí no ha pasado nada,
que he soñado desde siempre
con retozar en la cama.
Además, al verte doble
me doy por mejor pagada.


Fulgencio:
-Cuantas veces vos queráis,
cuantas veces pidáis guerra,
que siempre soldado fui
y nunca gané una perra.


Esmeralda:
-Ay, Fulgencio, que te adoro.

Fulgencio:
-Y yo te adoro, mi nena.



Giuseppe y Fuencisla en su habitación.


Giuseppe:
-¿Os habéis quedado a gusto
o repetimos batalla?

Fuencisla:
-Repitámosla, Giuseppe,
sacad otra vez la espada,
que en cinco años de viuda
ya lo estaba echando en falta..

Giuseppe:
-Pues váis a acabar conmigo
si seguimos al galope,
que soy un hombre menudo
y me agota tanto trote.

Fuencisla:
-Venga, venga, a la faena
y no me protestes tanto.

Giuseppe:
-Si es no me quedan fuerzas.

Fuencisla:
-Calla y sigue cabalgando.


----------------FIN DE LA OBRA-------------------




domingo, 14 de febrero de 2010

Aventuras y desventuras del caballero Escobar (Historia de amor en rima) 2ª parte


Lee aquí el inicio de la obra: presentación y actos I y II



ACTO III


ESCENA ENTRE FUENCISLA DE ARCÓN Y GIL Y SU HIJASTRA, ESMERALDA


Fuencisla:
-¡Vamos, acaba, muchacha!
Los invitados esperan
y por mucho que te arregles
seguirás igual de fea.


Esmeralda:
-Ya voy, ya voy, ¡qué impaciente!
Mejor que esperen un poco,
eso me hace interesante.
A ver si así pesco un mozo.

Fuencisla:
-(¿Qué vas a pescar? ¡Qué ilusa!
Con esa verruga parda,
esos pelos zanahoria,
ese culo, esas espaldas…
fea, baja, medio bizca
y lisa como una tabla.
Vamos, que no caso a ésta
ni aunque me muera rezando.
Yo creo que mi difunto
debió de hacerla apretando.
¿En qué pensaría el memo
cuando el cura le echó el agua
para de un montón de nombres
ponerle a “esto” Esmeralda?)

Esmeralda:
-¿Invitásteis a Cifuentes?
Es tan gentil, tan apuesto.
Por mí cuerpo se derrite.
Por mis ojos se embelesa…

Fuencisla:
-Y cada vez que aparece,
se nos bebe la bodega.
Que sale el chico más caro
que comprar doce carretas.

Esmeralda:
-Dejad ya de rebuznar,
que yo encontraré marido
y cobraremos la herencia
que nos dejó el padre mío.

Fuencisla:
-Son 50.000 florines
50 ni más ni menos.
Y no me apetece nada
que se los quede el convento.
Así que bate pestañas,
sonríe, baja el escote,
habla poco, come apenas…
Y sobre todo, no llores.

Esmeralda:
- ¿Por qué habría de llorar?
Celebro mi cumpleaños.
Dieciocho primaveras.
Y dieciocho veranos.

Fuencisla:
-(Y cualquiera que te vea
pensará en un centenario,
en otoño, en un invierno…
Vamos, que saldrá pitando)
Vamos, basta ya de hablar,
bajemos pronto al salón.
Recuérdalo, sé prudente,
no sueltes ningún eructo.
Tú modosita, Esmeralda,
o escaparán todos juntos.


ACTO IV


ESCENA ENTRE FULGENCIO Y GIUSEPPE, QUE SE HAN COLADO EN LA FIESTA Y ESTÁN ATIBORRÁNDOSE.


Giuseppe:
-¡Cristo de Medinaceli!
¡Ay, san Bertoldo de Parma,
Nuestra Señora del Carmen,
Y san Hilarión de Gaza!

Fulgencio:
-¿Qué te sucede, Giuseppe?
¿Qué has visto? ¡Di! ¿Qué te pasa?

Giuseppe:
-Mira que es fea, la pobre.
Y bizca, la condenada.

Fulgencio:
-¿Esas son la anfitrionas?
¡San Pedro de Tarantasia!

Giuseppe:
-Pues la joven te sonríe.
Además, mira, aquí viene.

Fulgencio:
-Se me ha atragantado el vino.
¡Escapo por el retrete!

Pero no les da tiempo y ellas se acercan.

Esmeralda:
-¿Os conozco, caballero?
¿Sois de aquí, de Salamanca?

Fulgencio:
-Vengo de Flandes, señora.
Fulgencio Escobar me llaman.

Giuseppe
(haciendo una reverencia):

-Giuseppe de la Toscana.
Soy italiano, mi dama.
Él es un soldado torpe
y además, es de Aravaca.

Esmeralda
(sin hacer caso
al italiano):
-Quisiera bailar ahora,
ha empezado una mazurca.

Fulgencio:
-Es que… soy cojo, señora.

Fuencisla
(empujándola):
-Y ella es casi medio bruja.

Se vuelve hacia Giuseppe, ahuecándose la cofia.

¿Y vos, señor caballero…?
¿Acaso me encontráis tosca?

Giuseppe:
-(De esta no te libras, chico,
que te ha tocado la gorda)


Mientras Fulgencio baila con Esmeralda, Fuencisla arrastra a Giuseppe tras unos matorrales y empieza a arrancarle el jubón.


Giuseppe:
-¡Frenad, por Dios, mi señora!
Cualquiera nos puede ver.
Vuestro nombre en entredicho
no nos hace ningún bien.

Fuencisla:
-Decid que me deseáis.
Confesadlo, no soy ciega.
Desde que nos hemos visto
me tiemblan las entretelas.

Giuseppe:
-Sin duda que bella sois,
Más, no quiero que os dé un aire.
Mi dama, soy caballero.
Y puse una pica en Flandes.

Fuencisla:
-Giuseppe… ¡cuánta hidalguía!
aunque me suena a patraña.
¡Tomadme ya de una vez
que me queman las entrañas!

Giuseppe:
- Muy altas son vuestras torres,
difíciles de alcanzar.
Si no dobláis la cintura
pues... no os podré penetrar.


Acaban amancebados. Más tarde, cuando Giuseppe consigue librarse de Fuencisla...


Giuseppe:
-¿Cómo te fue con la tuya?
La gorda casi me mata,
me ha dejado hasta escocido.
¡Es como una mula parda!

Fulgencio:
-Lo mío ha sido peor,
loco estaba por librarme.
Esto tiene mal cariz,
como decía mi padre.
Quiere casar con cualquiera
da igual del sur o del norte.
No importa que tenga tripa,
que sea calvo o que ronque.
Habla de boda, de anillos,
de que tiene buen dinero,
de que yo tendría todo:
trajes, vino y hasta un perro
¡Ay, Giuseppe, amigo mío!
Me estoy sintiendo atrapado.
No hacía más que mirarme
cual carnero degollado.

Giuseppe:
-Entonces hay que largarse,
que no me da buena espina
porque de ese mismo modo
me miraba a mí Fuencisla.

Fulgencio:
-Vayamos al excusado
y escapemos por allí.

Giuseppe:
-¡Vaya forma de marcharnos!
Además de sucio, es vil.

Fulgencio:
- Pues nada, macho, yo parto
y tú te quedas aquí.

Giuseppe:
-¡Y un cuerno! Yo voy contigo,
aunque sea a Extremadura,
que si sigo aquí más tiempo
ya me veo frente a un cura.

Se escabullen de la fiesta y escapan.

(Continuará mañana...)

Lee aquí la tercera parte

Aventuras y desventuras del caballero Escobar (Historia de amor en rima) 1ª parte




Tal y como prometí, voy a ir colgando la obra de teatro con la que he colaborado en el Especial San Valentín de la revista RománTica'S.






AVENTURAS Y DESVENTURAS DEL CABALLERO ESCOBAR
(Historia de amor en rima)

Presentación:


Fulgencio Escobar y Giuseppe de la Toscana son dos fugitivos de la Guerra de Flandes. Sin oficio ni beneficio y muertos de hambre, subsisten seduciendo a criadas que les proporcionan comida y ropa de sus señores.
Se enteran de que hay una fiesta y se cuelan en la hacienda de Fuencisla de Arcón y Gil, una mujerona gruesa, madrastra de Esmeralda, fea como un demonio. Pero la de Arcón debe casar a toda costa a la muchacha si quiere obtener los 50.000 florines que le legó su difunto esposo. La misma cantidad irá destinada a Esmeralda.
Cuando nuestros villanos, tras asaltar a un par de borrachos para quitarles la ropa, se cuelan en la fiesta, ambas ven su oportunidad y tontean con ellos.
Pero nuestros amigos se asustan y escapan.
Fuencisla manda guardias tras ellos y llama a un cura, dispuesta a todo por el amor de Guissepe, del que se ha encandilado, porque hace tiempo que no cata varón.
Los apresan y al final, no les queda más opción que aceptar la boda, pero, a cambio, dejarán de ser unos vagabundos.
Y hasta terminan enamorándose.


ACTO I

ESCENA ENTRE FULGENCIO Y GIUSEPPE, EN UNA TABERNA DE SALAMANCA.



Fulgencio:
-No sé qué vamos a hacer.
Llevamos vida de perros,
y apenas quedan criadas
que atiendan nuestros requiebros.

Giuseppe:
-Tienes razón, Escobar.
Es que me hierve la sangre.
¿Para qué tantas batallas.
allá en el lejano Flandes?
Ahora somos pordioseros,
sólo catamos las sobras,
nos vestimos de prestado.
Y no hablemos de las hembras…
porque eso es más jorobado.
No nos queda una moneda,
lo del calzón, ya me arde,
y no tenemos futuro
ni muchacha que nos ladre.

Fulgencio:
-Se dice perro, Guiseppe.

Giuseppe:
-Se diga como se diga,
pero o levanto unas faldas
o me doy a la bebida.
¡Otro vino, tabernero!

Fulgencio:
- No pidas más, malandrín.
Nos van a cortar el cuello,
no llevo un maravedí.

Buscona:
(acercándose
a Giuseppe)
-Hola, guapo. ¿Qué te cuentas?
¿Quieres subir un ratito?
Mira que yo estoy dispuesta.


Fulgencio:
-Ya nos mira el tabernero.

Giuseppe:
-Está mirando a la chica.


Buscona:
-Es que a mí, me miran todos,
por pechugona y bonita.
¿Subes o no, pichoncito?
¡Anda! que estoy animada.

Giuseppe:
-(Ya me gustaría, ya)
¿Cuánto pides, dulce dama?

Buscona:
-Un par de maravedíes.
Pongo cuerpo y pongo cama,
sábanas limpias, toalla,
y una colcha y hasta flores.

Giuseppe:
-Lo siento mucho, preciosa,
pero es que tengo hemorroides.

Buscona:
-¡Pues vaya noche que llevo!
Hoy ni me estreno siquiera.

Giuseppe:
-(Ya te estrenaría yo
de tener la bolsa llena)

(la chica se marcha enfadada)

¿Ves tú? ¡Que no puede ser!
Esto no es vida, Fulgencio.
¡Decir que tengo hemorroides
por no poder pagar precio,
en vez de decir : avanti
y revolcarme en su lecho!
¡Qué triste vida la nuestra!
¡Qué dolor me da el perder!

Fulgencio:
- Deja de decir chorradas
y prepárate a correr,
que ya viene el tabernero,
y la factura es muy larga.

Giuseppe:
-Anda, pues sal tú primero.
Yo cubro la retirada.


Salen por patas de la taberna perseguidos por el tabernero y su ayudante que les gritan.

Ya lejos de peligro….


Fulgencio:
-Vaya carrera, compadre.
Casi nos pilla el mastuerzo.

Giuseppe:
-Dame tu puñal.

Fulgencio:
- ¿Por qué?

Giuseppe:
- ¡Me voy a matar, Fulgencio!
¡Me atravieso el corazón!
Al menos en la otra vida,
no tendré este calentón.

Fulgencio:
- Pero ¿qué dices, merluzo?
¡Como que voy a dejarte!
Por si tú no lo recuerdas,
me debes quince reales.
Deja de hacer tonterías,
escucha y calla protestas,
que lo que voy a contarte
despejará tu sesera:
Escuché a un caballerete,
en la plaza, el otro día,
que hoy celebran una fiesta
en una hacienda vecina.
Si conseguimos dos trajes,
dos capas, dos estiletes,
nos haríamos pasar
por caballeros con temple.


Giuseppe:
-Nos podríamos colar,
comer y beber de balde,
y puede que hasta robar
un par de calzas granate,
porque en estas ya no cabe
tela con la que tapar

Fulgencio:
-Entonces ¿a qué esperamos?
Sonríe y… ¡vamos allá!




ACTO II


VEN A DOS CABALLEROS BORRACHOS COMO CUBAS Y LES SIGUEN HASTA UN CALLEJÓN, DONDE LES ASALTAN.


Borracho1:
-¿Digo mal o nos persiguen?

Borracho2:
–Dices bien, aunque no veo,
que se me ha subido el vino,
un tinto de Almendralejo.
Yo sólo distingo bultos.
Enlutados. O cabestros.
Pero mi nariz es fina
y te juro que los huelo.

Borracho1:
-¿Quién va?
Mostrad vuestros rostros.
¿Quién sois?
Luchad cara a cara.
Y si buscáis nuestras bolsas
sabed que ya están muy flacas.

Giuseppe:
-Los sombreros, las espadas,
las capas y los bolsillos,
si a sus mercedes, no importa,
incluso los calzoncillos.

Borracho 1:
(sacando
la espada)
-¡Vive Dios! ¡Eso es insulto!
y lo habréis de pagar caro.
El dinero doy gustoso
por no llegar a las manos,
pero en cuanto al calzoncillo…
¡Saca tu espada, del Prado!

Borracho2:
-Si ya la intento sacar,
pero es que se me ha atascado.
¿De dónde era el puto vino,
de Zaragoza o de Almagro?

Borracho1:
-Dijiste de Almandralejo.
Es verdad, estás borracho.

Borracho2:
-Por si eso no fuera poco,
creo que me estoy meando.
¡En guardia! ¡A mí, malandrines!
Echad las capas a un lado,
que quiero veros los rostros,
según os vaya ensartando.

Borracho1:
-¿Digo mal o es una liga
lo que tienes en la mano ?
Que no es la espada, Vicente.
Que no es la espada, muchacho.

Borracho2:
(llevándose
la liga
A la nariz)
-Dices bien, aunque no veo,
Pero sí. Y huele a ajos.

Fulgencio:
-Basta ya de tonterías,
entregad el aguinaldo,
y si os quitáis ya las ropas
prometemos no mataros.

(Los dos borrachos se desnudan)

-Me pido la capa verde,
el sombrero de buen trazo,
las calzas de éste, su espada,
y el chaleco de brocado.

Giuseppe:
-¿Las calzas de éste?
¡Pardiez!
Déjame elegir al menos.

Fulgencio:
-Es que el mío se ha meado.

Giuseppe:
-¡No me jorobes, Fulgencio!

(Les roban todo y se van dejándoles en cueros).

Borracho1:
-¿De verdad nos han robado?
¿No habrá sido ensoñación?
El caso es que noto frío,
y mi capa es de visón.

Borracho2:
-Nos han robado, Rosendo,
con valor y con donaire.
Al menos yo, te lo juro
tengo todo el culo al aire.


(Continuará mañana...)