martes, 21 de enero de 2020

Artículo: ¿Una taza de chocolate?

En nuestras novelas, las damas desayunaban chocolate en lugar de café, que les resultaba más amargo. Démonos una vuelta por la historia de este producto, si os parece. 

Fruto del árbol conocido como cacao, ha ido adquiriendo a lo largo del tiempo tal importancia que se consume en todo el mundo. Al parecer, los primeros que lo consumieron fueron los olmecas, una civilización del período Preclásico en Mesoamérica, y a quienes se consideró como la cultura madre. 

El cacao no solo fue una bebida, sino que mayas y aztecas utilizaron este producto como moneda de cambio para conseguir otro tipo de productos necesarios. Tan importante fue para estos pueblos, que han dejado referencias en sus jeroglíficos. 

¿Habéis visto alguna vez un árbol de cacao? Es curioso, porque tiene unas vainas de alrededor de una cuarta de largo, de un color entre rojo y marrón. Son tan duras que tenían que abrirlas a base de machete. Dentro hay una especia de almendra bastante amarga, pero la pulpa es dulce. 

Fue durante la conquista de América cuando el chocolate arribó a Europa, y Portugal fundó un monopolio para comercializarlo. El cacao es amargo, por lo que se comenzó a endulzar con azúcar y canela. Al tener relaciones con Portugal, España fue uno de los países donde primero entró este producto; de ahí pasó a Francia, a Italia y al resto de nacionales europeas, llegando hasta Asia y África. Necesita un clima cálido, así que los lugares en los que se cultiva en mayor medida son Costa de Marfil, Brasil, Asia, Nueva Guinea y Malasia. 

En sus inicios, no era sino una bebida caliente y dulce que tenía mucha aceptación, sobre todo entre las damas, pero en 1828 se comenzó a tratar el producto con maquinaria, dando como resultado, a finales de siglo, lo que ahora conocemos por chocolatinas. 

Hemos dicho que los mayas eran consumidores de cacao. Según he podido leer, en algunos de los recipientes encontrados por los científicos, había una palabra que se repetía en varias vasijas: ka-ka-wa. Pues bien, analizados los restos de estos recipientes, de determinó que habían contenido bebida de chocolate. Lo utilizaban como medicina, como reconstituyente, y solían mezclarlo con algún tipo de planta que servía para atajar las infecciones. Según los estudiosos, al cacao con agua caliente lo llamaban chacau haa, y al molido le decían tzune. También mezclaban el cacao con distintos productos que variaban su sabor, como uno parecido a la pimienta, o la vainilla. 

En referencia a los aztecas, hay quien afirma que la palabra cacao proviene de ellos, en concreto de las lenguas mixezoques, ha ladas en Tehuantepec, Juárez y Chiapas. Chocolate, sin embargo, es mucho más reciente. También ellos comerciaban con el cacao, es decir con los granos, en forma de moneda de cambio. Según Pietro Martire d’Anghiera, un italiano nacido en 1457, que estuvo al servicio de los Reyes Católicos, eran los granos de cacao los que indicaban el valor de lo que se adquiría. Investigando un poco más, he sabido que 400 granos formaban un zontli, y veinte zontles son un xiquipolli. Se podía incluso comprar un esclavo a cambio de cacao; incluso se admitía como pago tributario. 

A España llegó tras el último viaje de Cristóbal Colón. Parece ser que, yendo de expedición, dieron con una canoa que transportaba este producto. Algunos documentos indican que Hernán Cortés fue el primero en probarlo, pero son solo rumores. Lo que sí parece cierto es que una delegación llegada desde el otro lado del Atlántico, trajo a la corte española, como presente, el cacao. Fue un éxito que acabó extendiéndose por el resto del mundo, y para el que se crearon recipientes adecuados, basados en los de los mayas y aztecas: vasijas en las que se removía el chocolate con varillas o con un molinillo, a fin de que creara una deliciosa espuma. Las reuniones familiares o sociales, fueron un campo estupendo para la completa difusión de este brebaje, y solía acompañarse con bizcochos. 

Unos dicen que Ana de Austria casó con el rey francés Luis XIII, puso de moda en la corte francesa beber chocolate. Otros, por el contrario, aseguran que fue la Infanta María Cristina, al casar con Luis XIV. Fuera una u otra, el caso es que el país galo se rindió a su sabor. 

¿Cuándo se introdujo en Inglaterra? Hay datos que dicen que fue allá por 1650 más o menos. Es muy posible que entre el café y el chocolate se dividieran los gustos de los ingleses del XVII, e incluso había establecimientos específicos para servir la bebida. Podéis echar un vistazo a este artículo que hice en su día: White, el club londinense para caballeros, donde os cuento algo sobre este tipo de sitios y, precisamente, uno de ellos fue este club. 

Como muchos otros productos, el chocolate ha sido objeto de enfrentamientos, entre los que querían quedarse con el monopolio, y de dudas existenciales. Como lo oís. Porque la iglesia del siglo XVII se debatía entre si una taza de chocolate iba contra el ayuno o no. Unos decían que al ser con agua hirviendo no lo rompía, otros que lo hacía si se mezclaba con leche, algunos que no era contrario siempre que no se mojara pan en él… 

Bueno, esos debates se los dejó al claro. Yo, por mi parte, voy a prepararme una tacita de cacao. ¿Gustáis?


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