sábado, 5 de enero de 2019

¿Con qué jugaban los niños en nuestras novelas románticas?


Como ya viene siendo habitual, nuevamente os traigo un artículo sobre lo que he ido descubriendo mientras me documentaba para mi próxima novela. 


¿Con qué jugaban los niños en nuestras novelas románticas?

A mí, en particular, me gusta que en las historias románticas que leo aparezcan niños. No suelen captar demasiado la atención, están en un segundo plano, pero a veces tienen un peso importante en la novela. Ahora bien, ¿con qué jugaban? Porque los niños siempre han jugado; desde que el ser humano apareció en el planeta, han buscado cualquier objeto que les pudiera servir de entretenimiento y con el que fantasear.

En la prehistoria eran palos con los que emular a sus mayores yendo de caza, plumas para engalanarse o piedras; objetos sencillos, sí, los que casualmente ayudan más que ninguna otra cosa a desarrollar la imaginación.

Hace 5000 años, en Babilonia, se jugaba con tabas de carnero, y se construía para los pequeños un sinfín de objetos en madera o cuero: barquitos, utensilios de cocina, flautas… Y hasta juegos infantiles de mesa, según algunas fuentes consultadas.

En Egipto, 2000 a.d.C , ya existían las canicas y los niños iban tras una pelota que era empujada por un junco. ¿Fue el nacimiento del hockey? No me extrañaría nada.

¿Quién no ha visto una película de la época Ming, en la que los chiquillos hacían volar sus papelotes?

Como todo, el juguete se fue perfeccionando y ya en la Edad Media comienzan a engalanar las primarias muñecas con las que jugaban las niñas; en el Renacimiento, eran de trapo o de cartón en las clases bajas, y con joyas y vestidos de ricas telas en las pudientes. Y he leído por ahí que, en 1515, la familia Medici encargó un símbolo que uniera a franceses e italianos, nada menos que al maestro Da Vinci. ¿Qué hizo? Pues un robot; así como lo oís. Un robot que caminaba y que abría su pecho para soltar flores de lis en honor a Francisco I de Francia.

En el XVIII, Europa sufrió una transformación absoluta que afectó también, como no podía ser menos, a los juguetes, que comenzaron a fabricarse de manera industrial. ¿Sabíais que los patines de ruedas fueron inventados por Edwin Merley en 1759? ¿Y que un año después, en Londres, John Spilsbury hizo el primer rompecabezas o puzzle? ¿O que en 1826, en Francia, aparecen las primeras muñecas que abren y cierran los ojos?

En la novela que estoy escribiendo ahora, hago referencia a un juguete que me ha parecido estupendo: el miriorama. Se hizo popular en el XIX y, al parecer, los primeros aparecieron en Leipzig sobre 1830. Constaba de varios cartones ilustrados que se podían combinar, de tal modo, que era posible formar miles de diferentes paisajes.

Ya sabéis que me gusta hacer pequeños artículos de lo que voy encontrando mientras escribo las novelas, porque no quiero recargar la narración con demasiados datos. Espero que este, en concreto, os haya gustado.

Y, como siempre, os doy las gracias y os mando un beso.

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