martes, 31 de diciembre de 2019

Artículo: La costumbre de mandar postales

Mucho antes de que te tomara la mala costumbre de felicitar los cumpleaños, los santos y las navidades a través de las redes sociales, la gente compraba tarjetas acordes con el evento, se escribían a pluma o bolígrafo, se metían en un sobre donde aparecía la dirección del destinatario y se enviaban con Correos. Pero ¿cuándo se empezaron a utilizar las postales? ¿Cuándo las felicitaciones navideñas? 

Al parecer, las tarjetas empezaron a ponerse de moda allá por el 1865, en Prusia. Según he leído, el Consejero Postal pensó que era un gasto inútil tener que emplear un sobre para este tipo de felicitaciones, cuando podían confeccionarse unas cartulinas decoradas con una variedad infinita de imágenes, en cuya parte trasera hubiera espacio para escribir el corto mensaje de felicitación. Sin embargo, por distintas circunstancias, no se pusieron en funcionamiento hasta cuatro años después, en 1869. 

Enmanuel Hermman, de la Academia militar austriaca, escribió un artículo en el que hablaba de este nuevo tipo de correspondencia. El tema, al parecer, interesó bastante al Director de Correos, y lo aprobaron de inmediato. 

Dependiendo el país, las tarjetas postales eran más o menos elaboradas; en algunos lugares se lanzaron con dibujos coloreados, con fotografías, o solo con orlas decorativas. No eran muy grandes, solo lo necesario para escribir una frase corta, la dirección y poner el franqueo. Y poco a poco se hicieron tan populares, que acabaron vendiéndolas en los establecimientos. 

Entre 1890 y 1914 algunos artistas de renombre empezaron a decorar las tarjetas, muchas personas comenzaron a coleccionarlas y hasta había intercambio de tarjetas repetidas, como si fueran cromos. 

Los alumnos solían estar internos en las escuelas, pero tenían vacaciones en Navidad. Algunos profesores les pedían escribir sencillas frases de felicitación a los familiares, antes de que se marcharan a sus casas. Pero no eran más que eso, sencillas frases en una cuartilla. 

No fue hasta 1843 cuando surgió lo que realmente conocemos como tarjeta navideña, gracias a Sir Henry Cole. Cole encargó a su amigo John Calcott que le diseñara un dibujo para una tarjeta navideña, y a este se le ocurrió pintar a una familia, poniendo de paso una frase que se viene repitiendo desde entonces: Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo. A Cole le gustó tanto el diseño, que mandó que le imprimieran 1000 tarjetas, enviando muchas de ellas a los amigos y familiares, en un modo de llevar su felicitación de forma original. Al sobrarle muchas, las vendió a buen precio, haciendo negocio de paso. 

Sin duda, Cole fue el precursor de la tirada en serie de las tarjetas navideñas en Inglaterra. Con el tiempo, las peticiones de particulares fueron en aumento, se veía elegantes mandar confeccionar estas tarjetas. Y cuando en 1893 la mismísima reina Victoria encargó una buena cantidad de ellas para su propio uso, la clase alta, deseosa siempre de imitar a sus gobernantes, ayudaron a que la costumbre se hiciera permanente.


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