jueves, 25 de julio de 2019

Un trocito de El mar en tus ojos

Una de piratas, pero en este caso, es ella la pirata. ¿La has leído ya? 



EL MAR EN TUS OJOS 


Nicholas asintió. Maldito fuera si le hacía ilusión capitanear un barco bajo el mando de Francis Drake, en un acto deliberado de guerra. Cierto era que el rey español llevaba tiempo atosigándoles —aunque hubiera sido mejor decir devolviendo los golpes—, y que el conflicto estallaría a no mucho tardar, pero Drake no le gustaba. No negaba que era un hombre con coraje que, desde que en 1577 Isabel le pusiese al mando de una expedición en el Pacífico, había conseguido logros notables, extendiendo su fama no solo en Inglaterra sino en el mundo conocido. Cuando regresó de aquella expedición en 1581, la Reina le otorgó el título de caballero en una ceremonia llevada a cabo a bordo de su barco, el Golden Hind. 

Lo que Nicholas no soportaba era la faceta de Drake como traficante de esclavos. 

—De todos modos —interrumpió Isabel sus pensamientos—, no es para capitanear el Rainbow por lo que os haya hecho llamar. Eso lo hará Bellingham. 

—¿Entonces...? —preguntó intrigado. 

—¿Habéis oído hablar de un barco llamado Melody Sea? 

—No me suena el nombre, Majestad. 

—Es una nave a las órdenes de un tal capitán Cook, un corsario con patente de Inglaterra. 

—¿Qué sucede con él? 

—Está atacando nuestros barcos. 

—Pero si está bajo la protección de la Corona… 

—Lo está. ¡Por todos los infiernos que lo está! —Golpeó con fuerza el brazo del sillón que ocupaba—. Sin embargo, nos ataca, despoja a nuestros navíos de su cargamento y se da a la fuga. 

—¿Estáis segura de eso? 

—¿Os lo estaría diciendo en caso contrario? Tengo cosas más importantes que hacer que prestar mis oídos a bulos. El último comunicado me ha llegado hoy mismo. 

—¿Habéis ordenado su captura? 

—Para eso os tengo a vos. Quiero que salgáis en su busca, que atrapéis a ese condenado capitán y me lo traigáis cubierto de cadenas. 

—Aprovisionaré mi barco y... 

—No, no, no. Nada de eso. Sé que podíais haceros a la mar en pocos días, pero no deseo una confrontación abierta. 

—No sé si os comprendo, Majestad. 

—Quiero un escarmiento ejemplar. Y un hombre solo, a veces, es capaz de conseguir lo que no puede un regimiento completo. 

Los ojos grises de Russell se achicaron ligeramente, convirtiéndose en dos trozos de hielo. 

—Permitid mi osadía, Majestad, pero esa misión la puede hacer un agente de campo. 

—Os permito la osadía, sí, pero cumpliréis mis órdenes. 

—¿Pretendéis acaso, Señora, que vaya solo a la caza de ese sujeto? 

—Exactamente. Los informes que tengo dicen que fondea en la isla de Tortuga. Saldréis de Inglaterra en un barco mercante y buscaréis el modo de infiltraros en la tripulación de Cook.

Sigue leyendo rxe.me/3QPAKA

No hay comentarios: