lunes, 29 de julio de 2019

Artículo: Las calzas

He querido hacer este artículo, cortito, lo justo y sin extenderme demasiado, porque es otra de las cosas que hube de sacar en alguna de mis novelas y tuve que analizar e investigar un poco antes de escribir sobre ello.

Las damas de alta clase de nuestras historias, usaban medias de seda; las mujeres más pobres, de algodón. Pero unas y otras tenían esta prenda como una de las más importantes de su ropa interior, por mucho que, en ciertas épocas, ni siquiera pudiesen ser vista por los varones, porque era una indecencia. Pero no fueron, en sus inicios, prendas para las mujeres. Las medias son el producto final de otras, inventada mucho tiempo atrás: las calzas. ¿De dónde provienen las calzas? ¿Cómo eran? ¿Quién las usaba? Investiguemos un poco sobre ellas, ¿de acuerdo?

Lo primero que tenemos que saber es las calzas no fueron inventadas para que se las pusieran las mujeres, ni mucho menos. Se inventaron para uso del género masculino. 

No todas eran iguales, pero las primera eran prendas de cierta elegancia que llegaban hasta las rodillas, unas veces cubriendo el pie y otras no. Se podían llevar ajustadas y holgadas, sencillas o acolchada, etc…. Muchas de ellas tenían dibujos de fantasía.

Los llamados zaragüelles, por ejemplo, eran unos calzones de origen andalusí, utilizados en España durante la Edad Media. Y los greguescos, que eran cortos y abombachados, se pusieron de moda en la Península durante los siglos XVI y XVII. Estos últimos seguro que los habéis oído nombrar en las novelas que transcurren en la época de Carlos I. Yo misma los nombro en Amaneceres cautivos y Destinos cautivos que, como sabéis quienes las habéis leído, son de ese tiempo. Puede que viendo a un caballero con este tipo de prenda os resulte ridículo, pero os aseguro que en aquel entonces era lo más de lo más y los pudientes las mandaban confeccionar de seda pura.

De aquellos calzones surgieron los leotardos, las polainas y los pantis.

Una curiosidad: en un principio, los calzones no eran confeccionados por los sastres, que hubiera sido lo lógico, sino por los zapateros. Primero no eran más que unas medias cortas, pero luego, al subir los bajos de las prendas, fueron alargadas hasta el nacimiento de las piernas y, posteriormente, hasta la cintura. Incluso algunas tenían adherida una suela, de ahí que las fabricasen los zapateros.

No todas eran de tela burda; se hacían de terciopelo, se bordaban, se les añadían cuchillas del mismo terciopelo, podían ser de seda, raso, tafetán o lana.

Dependiendo, además, de su confección, tenían distintos nombres. Os dejó alguno de ellos:
A la polaca, llevaban rayas transversales.
A la sevillana, se ataban a la cintura y eran anchas.
Las bermejas solían utilizarlas los nobles del XIV
Estriberas, con tiras de cuero.
Las italianas solían ser de dos colores.
La más curiosa era la martingala que, según he sabido, tenían una correa en la entrepierna y se ataba por detrás y por delante.
Como siempre, espero que os haya resultado interesante este pequeño artículo.

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