martes, 18 de febrero de 2020

Artículo: El dedal

Dado que una de las cosas que tenían que aprender las damas de nuestras novelas románticas era coser, me ha parecido interesante investigar un poco sobre este pequeño objeto, de uso común, utilizado en realidad tanto por mujeres como por hombres. 

No sé vosotras, pero yo jamás he sido capaz de usarlo. Si me lo coloco en el dedo anular empujo con el corazón, si lo pongo en el corazón le doy a la aguja con el anular, y si me pongo dos dedales… presiono con el índice. Se nota que no me gusta la costura, ¿verdad? 

El dedal, que puede tener distintas formas para proteger el dedo de los pinchazos, se conoce desde muy antiguo. En el siglo I ya lo usaban de modo habitual, y el primer dedal hecho de metal se encontró en una tumba de la dinastía Han, que gobernó desde el 206 a.C hasta al 220 d.C., pero hallazgos posteriores indican que puede hacer más de 20.000 años que este objeto formaba parte de los ajuares femeninos. Incluso se comerció con ellos en tiempos pasados, dependiendo del material con el que estuvieran fabricados, que podía ser de hueso, cuero, bronce o marfil. 

No todos los dedales tienen forma de cúpula, también los hay abiertos, como podéis ver en la foto, cubriendo solo la yema del dedo. 

En Europa fueron utensilio habitual durante el siglo IX. Y más tarde, fueron los artesanos y orfebres quienes hicieron dedales de mayor calidad, convirtiendo un simple dedal en una joya de plata u oro, pintados a mano muchos de ellos para dejar constancia, a veces, de los emblemas de as casa señoriales. Es interesante saber que muchos de estos dedales llevaban incrustadas piedras preciosas, así que no puede resultarnos extraño que los caballeros se los obsequiaran a las damas que querían conquistar. Y dudo yo que aquellas mujeres los utilizaran solo para empujar las agujas. 

¿Cuándo se empezaron a utilizar en Inglaterra? Pues parece que datan del siglo XV, aunque no fue hasta el XVII cuando fabricarlos se convirtió en una industria. He leído que el primer dedal de metal se hizo en 1695, por un tal John Lofting, que montó un taller. Y comenzando el XVIII se inventó una máquina para producir en grandes cantidades, que comenzaron a exportar al resto del continente europeo. 

Parece una cosa sencilla, pero incluso hubo espionaje industrial para saber el mejor método de fabricación. 

Los primeros dedales que se hicieron de porcelana decorada fueron fabricados en Sajonia, eran auténticas joyas de colección que llegaban a valer una fortuna, aunque los más sencillos y sin decoración fueron los más solicitados por quienes se dedicaban a la costura, por su dureza y su suavidad, más acorde al tener que tratar telas delicadas. 

Como muchos otros objetos pequeños, en apariencia inocentes, los dedales no se libraron de ser utilizados para guardar en ellos pequeñísimos frascos que podían contener desde perfume hasta veneno. Y claro está, los que podían costar varios cientos de libras, e coleccionaban y, en caso de necesidad, se vendían. 

Por algún enlace he visto que en ciertos grupos, que no admitían las joyas en las mujeres, los dedales se usaban para coser el ajuar, cortándose la punta después para convertirlo en el anillo de casada. Hay que ver lo que inventa el ser humano. 

Otra curiosidad es que se fabricaron dedales de mayor tamaño para que pudieran medirse las bebidas espirituosas, o la pólvora. ¿Pólvora? Os preguntaréis. Pues sí, para cargar cierto tipo de pistolas se necesitaba una cantidad justa de pólvora, y estos dedales servían para medirla. 

También el dedal ha sido objeto de juegos. Por ejemplo: alguien tenía que esconder el dedal a la vista y el resto del grupo tenía que encontrarlo. El juego no solo lo practicaban los niños, sino los adultos en reuniones en las que, a veces, hasta se hacían apuestas. O poner tres dedales sobre una mesa, esconder una perla en uno de ellos y moverlos con rapidez para ver si el otro adivinaba donde estaba. 

Podríamos hablar más de este utensilio, no cabe duda, pero creo que este pequeño artículo nos da una ligera idea. De un modo u otro, yo seguiré sin saber utilizarlo como es debido.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo tampoco lo sé utilizar bien. Y mi madre era costurera!

Unknown dijo...

Mi madre se ha pasado media vida cosiendo, también lo era. Pero yo no he sacado esa habilidad de ella, soy un desastre con la aguja y el dedal, jajaja
Besos y gracias por comentar.

Nieves