martes, 19 de febrero de 2019

Artículo: El frasco de lágrimas

¿No os ha llamado nunca la atención la escena de Nerón, vertiendo lágrimas en un frasco, en la película Quo Vadis? A mí, sí. Puede parecer una escena noña, de un ser que debía estar medio loco o loco por completo. ¡Qué tontería eso de guardar las lágrimas para la posteridad! Pues no era una bobada de Nerón, no, puesto que los frascos para guardar lágrimas vienen de la antigüedad y tienen su explicación. 

Ya en el Antiguo Testamento tenemos referencias a los frascos de lágrimas, cuando David, orando a Dios, habla de poner sus lágrimas en una redoma. 

Aunque parece que fue durante la época romana cuando fueron más utilizadas, su uso se extiende a otros períodos de la Historia porque estos pequeños frascos, algunos verdaderas obras de arte que, muchas veces, llevaban joyas engarzadas, siempre han estado relacionados con el luto. Cuando moría un conocido, los familiares y amigos vertían sus lágrimas en pequeños recipientes que luego depositaban en las tumbas, a modo de respeto por el difunto. 

Todos hemos oído hablar de las plañideras. Estas mujeres nada tenían que ver con los difuntos, se las podía conceptuar como trabajadoras del luto. Lloraban por una cantidad de dinero, un modo como cualquier otro de ganarse la vida. Pero es que en esa época, a mayor número de mujeres llorando tras la comitiva funeraria, más importancia demostraban los familiares que había tenido el personaje que acababa de morir. Cuestión de status social. Y por lógica, a más lágrimas vertidas, más importe pagado. Para medir el llanto, la única forma era ir vertiendo las lágrimas en una redoma. 

Hubo un período en el que pareció difuminarse la costumbre de usar los lacrimatorios, pero en el siglo XIX volvieron a reaparecer. La sociedad exigía guardar el luto debido por la muerte de un familiar, y se tomó la costumbre de verter las lágrimas de duelo en unas botellitas que se cerraban con un tapón especial. No se trataba de un tapón que cerraba herméticamente la botella, sino que permitía que las lágrimas se fueran evaporando poco a poco. Cuando ya no quedaban lágrimas, se dabapor finalizado el período de luto. Esto me ha llamado poderosamente la atención porque, si no estoy confundida, y creo que no porque no es un dato que se le pueda pasar a una por alto, nunca me leído este tipo de costumbre en las novelas de época victoriana. 

También se dice que las mujeres americanas, durante la guerra, guardaban las lágrimas hasta que sus esposos volvían de las batallas. 

Os dejo aquí una frase que he encontrado que explica muy bien el sentido de lo que estamos hablando: «Hay un carácter sagrado en las lágrimas. No son un signo de debilidad, sino de poder. Ellas hablan con más elocuencia que diez mil lenguas, son las mensajeras del dolor, de la contrición y del amor.» Washington Irving.

6 comentarios:

Bibliotecaria dijo...

Me ha gustado mucho la frase final, creo que es cierto que las lágrimas tiene un cierto poder que normalmente no vemos.

Besos.

https://milirio.blogspot.com/

Anónimo dijo...

Gracias por leer el artículo y comentarlo, guapísima.

Un beso!!

Nieves

Frida Wendoline Mata dijo...

Como la gran escritora que eres te luciste con el artículo... Besos

Anónimo dijo...

Con haberte entretenido un par de minutos, ya me doy por satisfecha.
Gracias por entrar y comentar, Gwen.
Muchos besos!!

Nieves

Anónimo dijo...

Muy interesante. Gracias. Comparto.

Unknown dijo...

Muchísimas gracias por leerlo y por compartirlo.
Un beso fuerte!!! 😘

Nieves