lunes, 17 de diciembre de 2018

Artículo: Hipódromo de Ascot

Las escritoras de novelas sitúan a veces a sus protagonistas en el hipódromo de Ascot, pero es verdad que no es un lugar demasiado utilizado en las historias, por más que el glamour existiera ya desde esa época pasada. ¿Y si nos enteramos de algo más? 

Su creación 

Pues parece que existe desde el 11 de agosto del año 1711. Ha llovido desde entonces. Y fue la reina Ana la que vio el potencial que podía tener un lugar en el que reunir a la flor y nata de la sociedad, cerca del castillo de Windsor, en una explanada ideal para las carreras de caballos. Allí donde se podía dar rienda suelta a las apuestas y admirar a los mejores purasangres. Un lugar, también, para lucirse, por descontado. 

Premios 

El primero se llamó la placa de Su Majestad, y el montante para el ganador fue de 100 guineas. Cualquier caballo o yegua, siempre que tuviera más de seis años, pudo ser apuntado por su dueño para la carrera. Debían llevar un peso específico —unos 76 kilos— y correr tres series de cuatro millas cada una. Necesitaron ser, por tanto, animales bastante resistentes. Participaron solamente siete corredores. 

El premio Copa de Oro se instauró en 1807, y sigue siendo el más importante, disputándose el tercer día, en lo que se ha dado en llamar Día de las Señoras. Supongo que es cuando se ponen los modelitos en la cabeza. 

Hasta 1945 únicamente había una carrera: la Royal Ascot. Sin embargo, desde ahí hasta nuestros días, la mayoría durante los meses de verano, se vienen disputando distintas carreras que hacen las delicias del público. Así que ya lo sabéis: si vais por allí, podéis disfrutar de lo lindo luciendo el gorro más extraño que se os ocurra. 

Construcción y dirección 

William Lowen. Aunque la primera edificación que ha quedado como permanente se levantó en 1794 por un constructor de Windsor. 

Y más cosas 

En el año 1813, el Parlamento inglés votó y aprobó una ley especial para el recinto, quedando como hipódromo para el público, y asegurando de ese modo las carreras en Ascot. 

Hasta el año 1901, dirigió el hipódromo el Maestro de la Real Buckhounds, y a partir de esa fecha fue nombrado Lord Churchill como representante de la Corona. 

Durante estos más de 300 años desde su creación, las carreras de Ascot han sido muestra de poder social, extravagancia y elegancia, si es que elegancia se puede llamar a los modelitos que desde hace tiempo vienen utilizando las damas. Mejor lo dejamos, por eso de para gustos, los colores. Pero nos gusten o no esos sombreros, estemos de acuerdo o no con la imaginación de los diseñadores en sus confecciones, a veces inverosímiles, qué duda cabe: ir a ver una carrera en Ascot es signo de buena situación social. Además, estas competiciones dan el aldabonazo de la temporada estival. 

Los caballos que compiten en este hipódromo, pertenecientes a Su Majestad la Reina, que es propietaria y criadora, se distinguen por los colores que lucen los jinetes: púrpura en el cuerpo con galones dorados, mangas rojas y un gorro de color negro, de terciopelo, con borlas doradas. Si no he leído mal, los mismos colores que los de Eduardo VII y Jorge IV. Todos los años, la Reina Isabel acude a inaugurar las carreras anuales, junto a su esposo, el Duque de Edimburgo, montada en calesa tirada por hermosos caballos. 

En el año 2009, Johnny Murtagh, a lomos del caballo de nombre Yeats, y entrenado por Aidan O'Brien, consiguió levantar su cuarta Copa de Oro consecutiva.

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