martes, 7 de abril de 2020

Artículo: Esas maravillosas librerías antiguas

Una vez más, buscando información para incluir en una de mis novelas, encontré una librería en Londres que me venía estupendamente para escribir una escena. Y claro, fisgando y fisgando, he dado con otras librerías antiguas que quisiera compartir con vosotras. ¡Cómo me gustaría perderme en todas ellas! 

Empecemos por Korn & Berg, que está en Nuremberg, Alemania. Fundada por Hans y Elsbeth Ott en 1531, aunque no siempre se ha encontrado abierta. Este establecimiento tiene historia, ha pasado por un montón de situaciones complicadas como un par de inundaciones, guerras, bombardeos, y hasta la muerte de su propietario en 1806. 



Siguiendo la cronología, nos vamos a la Librería Matras, de Cracovia. Se la conoce como la catedral de los libros y se fundó en 1610, y fue propiedad de Franz Jacob Mertzenich. Quince años más tarde hubieron de cerrarla, pero doscientos años más tarde la reabrieron. 





En Lisboa también podemos disfrutar de la Librería Bertrand, abierta en 1732 por Pedro Faure y los hermanos Bretrand, que eran familiares suyos. El terremoto de 1755 les obligó a cambiar la situación del establecimiento. Es bastante grande y ha terminado por convertirse en franquicia, con lo que cuenta con unos sesenta locales, entre los que hay en Portugal y los de España. 



Trasladándonos al otro lado del Atlántico podemos encontrar Moravian Book Shop, en Pennsylvania, de 1745. La más antigua de América, donde los estudiantes van a comprar lo necesario. 






Hatchards, la que he utilizado para mi novela porque la historia está ubicada en Londres, abrió sus puertas en 1797, después de adquirir la maravillosa colección de Simon Vandenbergh. Al parecer, la familia real va a comprar allí sus libros. Tiene cinco pisos donde puedes pasar horas eligiendo ejemplares, y un pasillo repleto de estanterías para los amantes de la gastronomía. Óscar Wilde y Lord Byron estuvieron en ella. 

En 1801 abrió en París Galignani. He leído que Giovanni Galignani, perteneciente a una familia que ya publicaba libros desde 1520, la inauguró como una sala de lectura, pero después su periódico apoyó el proyecto, muchos autores colaboraron con ellos y comenzaron a publicar libros. Está muy cerca del Museo del Louvre, así que podéis matar dos pájaros de un tiro. 



Moviéndonos por España, podemos encontrar la librería Roca, en Manresa, que se fundó en el 1824, y es una de las más antiguas de la península. El escaparate es precioso y seguro que os llamará la atención. 




Paseando por Burgos podemos encontrar la Librería Hijos de Santiago Rodríguez, abierta en 1850. Tiene dos plantas y está situado en la Plaza Mayor. El negocio ha ido pasando de padres a hijos. 






Diez años más tarde, en 1860, se inauguró otra librería en Barcelona: La Fabre, teniendo entre sus ejemplares ediciones en español, francés, italiano y alemán. Al principio se especializaron en publicaciones de arquitectura e industria, pero más tarde, casi cien años después, se centraron en libros escritos en alemán y en artículos para regalo. 



Continuamos en la península, y nos pasamos por la Librería Moya, en Madrid, que se puso en marcha en 1862, especializándose en libros de medicina. Uno de sus más distinguidos clientes fue nada menos que Ramon y Cajal. 




Nos vamos al país vecino, Portugal, más concretamente a Oporto, donde se abrió la Librería Lello, en 1869. Esta librería es conocida también como Chandron, porque cuando se inauguró tenía el nombre de su dueño. Por circunstancias de la vida, el negocio pasó a manos de Lugan & Genelioux Sucessores y más tarde, la adquirió Jose Lello. De ahí el nombre actual. La librería es una maravilla para los sentidos, os lo aseguro. ¿Os imagináis qué libros y película inspiraron esas escaleras de lado a lado? Exacto: Harry Potter. No podéis perdérosla si pasáis por Oporto, que no solo hay comer bacalao. 


Y para terminar, después de este viaje alrededor del mundo, nos trasladamos a la Librería Dom Knigi, abierta en 1919 en San Petersburgo. Ubicada en un edificio modernista de tres pisos, se conoce como La Casa del Libro. Y no tiene más plantas porque antes estaba prohibido construir con más altura que el Palacio de Invierno. Como curiosidad, os puedo decir que el edificio perteneció a la fábrica de máquinas de coser Singer. Novedoso es que, dada la climatología rusa, tiene un sistema automático para eliminar la nieve en el tejado. 




2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Nieves.
A mi también me gustaría perderme en todas las librerías que nombras. Yo he estado en la de Oporto, la librería Lello y era una pasada. Y también en Hatchards, en Londres; cuando estuve allí fui recordando todos esos libros históricos que iban a esa librería. Me encantó.
Besos

Unknown dijo...

Buen día.
En librerías como esas se siente uno en otro mundo. Conozco la de Oporto y la de Londres, y me encantaron. Si te pasas por Venecia no dejes de acerca a Acqua Alta, una librería encantadora con libros antiguos, gatitos andando por allí y una góndola en medio de la tienda.
Besos!!!

Nieves