viernes, 26 de octubre de 2018

Artículo: Castillos medievales

Este es otro de los artículos con los que disfruté mucho mientras buscaba información para una de mis novelas. Obviamente, resumiré mucho todo cuanto encontré, pues hay montones de páginas y libros donde, si necesitáis saber más, podréis documentaros extensamente.



Los castillos se empezaron a construir en el siglo X y continuaron hasta el siglo XV. Muchos de ellos no estaban relacionados directamente con la defensa. Su único fin no era sólo asegurar la paz en la región, servían también al señor para extender su dominio y hacerlo más provechoso. Era necesario tener la autorización real, resultaban caros de construir y se levantaban en lugares estratégicos no sólo pensados para los tiempos de guerra sino también de paz. Además, era el centro donde el señor feudal impartía justicia. Al principio se construyeron simples torres rodeadas por empalizadas. En sus inicios se usó mucha madera que a partir del siglo XII se fue sustituyendo por piedra. Poco a poco se fueron haciendo más gruesas y anchas las murallas, añadiendo torres, creando puentes levadizos y fosos cada vez más profundos. No existían normas en su construcción, sino que el constructor se adaptaba a las necesidades militares, el presupuesto de su dueño e incluso el lugar donde iba a alzarse. Era primordial que se construyera en un lugar de gran visibilidad sobre el terreno circundante y que contara con una fuente de agua limpia para que en caso de asedio pudiera abastecerse. La guarnición a menudo practicaba sus habilidades guerreras y cuando no estaba en estos menesteres estaba ocupada instalando almacenes, municiones o reparando sus armas de guerra. En el interior apenas había muebles, las ropas se guardaban en baúles y la mesa solía ser un tablero con caballetes que una vez usada se retiraba y mucha gente usaba el espacio para dormir sobre esteras en el suelo. Cuando el castillo era sitiado el ejército sitiador esperaba hasta que los habitantes muriesen de hambre o enfermasen. En muchas ocasiones los sitiadores sobornaban a alguien del castillo para que abrieran las puertas. 

Las partes importantes de un castillo: 

Murallas: Construidas con piedra o ladrillo, rodeaban todo el castillo y necesariamente debían ser de considerable altura y consistencia, puesto que tenían que resistir el ataque de los invasores. 

Foso: Se trataba de una zanja ancha que se llenaba de agua y que se construía rodeando el castillo por los lados más desprotegidos. 

Puente levadizo: Unía la barbacana con el patio de armas, sobre el foso de agua y era levantado cuando había peligro de ataque. 

Puertas: necesariamente tenían que ser grandes y fuertes ya que era el primer lugar por el que atacaban los enemigos. Solían tener trampas para repeler estos ataques. 

Poterna: Puerta falsa para salir o entrar disimuladamente. 

Rastrillo: En forma de reja, construido con madera de roble y recubierto de hierro, protegía la entrada principal. 

Balistrarías o aspilleras: aberturas a través de las cuales disparaban los arqueros, eran bastante estrechas en el exterior ampliándose hacia el interior, de forma que los arqueros pudiesen defender el castillo sin ser alcanzados. 

Torre del homenaje: solía estar situada en el centro de la fortaleza y era donde vivían el señor del castillo y su familia. Tenía varias plantas. 

Barbacana: estructura que se construía frente a las murallas para proteger el acceso a la puerta principal. 

Patio de armas: era el centro del castillo y a su alrededor se levantaban distintas dependencias como la capilla o la armería. Dependiendo de la extensión de la fortaleza podía haber otras salas, otros patios e incluso jardines donde se cultivaban hierbas. 

Adarve: pasillo situado sobre las murallas que estaba protegido y por el que hacían la guardia los centinelas, normalmente unían las torres y servía también para defender la puerta principal. 

Algunas armas de lucha: 

El trabuquete era una máquina de asedio. Lanzaba proyectiles a gran altura e incluso sobrepasaba las murallas desde una distancia de trescientos metros. 

El almajaneque era otra máquina de asedio cuyos proyectiles eran de trayectoria baja. Las piedras disparadas golpeaban contra las murallas. 

El mantelete protegía a los arqueros o zarpadores. Era una empalizada portátil. 

Las vasijas incendiarias estaban llenas de líquidos inflamables que prendían a todo cuando se rompían. 

Las ballestas eran un arma terrible, precisa y poderosa. Contaba con la ventaja de poder dispararse en espacios reducidos. Poniendo un poco de cera de abeja en la punta y con un buen ángulo de tiro podía traspasar las placas de la armadura. 

El arco largo era un arma que para usarla se necesitaba una gran habilidad. Era rápido de disparar. Por cada cuatro flechas que lanzaba un arquero el ballestero sólo lanzaba una saeta. Se podían variar las puntas de las flechas en función de a qué se iba a disparar (caballos, personas o armaduras). 

A partir del siglo XVI, quedando los castillos obsoletos en su función militar, muriendo el feudalismo y con la consolidación de las monarquías absolutistas, la nobleza propietaria de los castillos fue abandonándolos para instalarse en mansiones palaciegas en la corte, con el consiguiente deterioro de estos.


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