domingo, 20 de noviembre de 2016

Artículo: Las armas del pasado: las pistolas

A continuación os dejo un interesantísimo recorrido sobre las armas utilizadas a partir del siglo XVI.


Podíamos decir, aunque no sea del todo cierto puesto que depende mucho del continente al que nos refiramos, que cada época se caracteriza, dadas sus circunstancias culturales, históricas o tecnológicas, por un tipo de armas propias. 

Hagamos un pequeño recorrido por una parte de la historia de las pistolas. Se diseñaron para poder dispararse con una sola mano y en distancias cortas, con el propósito de defenderse hiriendo al atacante a fin de incapacitarlo. 

La palabra, según la RAE, proviene del alemán Pistole, y este del checo pišt'al, ('caramillo, flautilla). Existe otra teoría en la que se dice que se refiere a la ciudad italiana Pistoia, donde se fabricaron las primeras armas de fuego de mano, eran de un solo tiro y no tenían cargador. 

En el siglo XVI y debido al creciente florecimiento de las metalúrgicas fundiendo hierro y bronce, la pistola es adoptada rápidamente por la caballería ligera. Su mecanismo de disparo (de rueda) es prácticamente el mismo que el de los mosquetes o fusiles más antiguos. La pistola de este siglo cuenta con cajas bellamente talladas incrustadas con placas de ciervo teñidas y grabadas, hueso, madreperla y en raras ocasiones de marfil. La empuñadura, recta en sus orígenes, se va acodando hasta casi adquirir un ángulo recto. Se remata por medio de una gran bola que permite al caballero empuñarla con firmeza y seguridad. La bola, que en ocasiones se ha supuesto que era para golpear, no es cierta, aportaba comodidad y elegancia. 

A partir de esta fecha, las pistolas se fabrican siempre por parejas, y esta práctica no desaparece hasta la llegada del revólver y la pistola automática. 

Hasta 1580 se puede aseverar que Austria y Alemania tienen el monopolio de la fabricación de armas de fuego de gran calidad. Se realizaban por artesanos especializados que dejaban sus marcas en ellas. El artesano que labraba la caja solía poner sus iniciales en un pequeño recuadro de hueso en la cola de la culata. El labrador, solía disimular su marca en algún detalle de la decoración. Las armas de fuego en Italia, no tienen mucha personalidad durante el siglo XVI, sin embargo, a finales de este siglo, empiezan a fabricar armas tan bellamente cinceladas en relieve, que alcanzan un puesto importante en el mercado europeo. Estos artesanos italianos, firman los cañones de las armas con su nombre completo. 

En el siglo XVII, el mecanismo de rueda que significó un paso de gigante, resulta ahora demasiado complicado y frágil, pues la pérdida de la llave significa su inutilización, ya que esta sólo puede ser arreglada por un experto artesano. Aparece entonces la llave snaphance, un sistema que proviene de los Países Bajos y cuyo nombre proviene de la semejanza del cuello de un ave picoteando. Su mecanismo es simple y robusto, y no es imprescindible el seguro. Sin embargo, en el curso de este siglo es sustituida por la llave francesa o española. La ventaja de la llave española es que todas las piezas están en el exterior, lo que permite verlas fácilmente. El gatillo tiene dos posiciones: de seguro y de armado. En la llave francesa su resorte principal está situado en el interior y alternativamente tiene forma de C o de cuello de cisne. Aunque su mecanismo parece frágil, resulta de gran elegancia. 

La influencia de las armas coincide con la autoridad política y cultural del momento mundial. Así, en el siglo XVI es alemana, en el XVII francesa, en el XVIII española y en el XIX inglesa. La supremacía del arma española en el siglo XVIII no se debe, como en los otros casos, a la influencia de su poder político, sino a la alta calidad lograda en sus armas debido a las materias primas y la mano de obra. 

A partir de la última década del siglo XVIII la afición despertada en Inglaterra por la caza de aves al vuelo y los duelos a pistola, acucia el ingenio de los armeros. El duelo a espada, el medio con el que los caballeros resolvían dignamente sus diferencias, fue disminuyendo a medida que lo hacía el arma. Inglaterra tiene el dudoso honor de imponer el duelo a pistola para igualar las condiciones del desafío. Así, los contendientes a espada se convierten en tiradores de pistola. 

Importantes armeros desarrollan un mecanismo de chispa que raya la perfección. El rodamiento reduce la fricción del resorte del rastrillo. Se endurecen el resorte principal, se acorta el trayecto de caída del gatillo y se reduce el tiempo muerto. La cazoleta en forma de cuña con canalones laterales, mantiene el cebo perfectamente sean cuales sean las condiciones meteorológicas. Además, se chapa en oro o platino toda la cazoleta para evitar la corrosión. 

Wogdon crea una pistola diseñada para los duelos y Manton se encarga de perfeccionarla hasta darle su forma definitiva. 

En los duelos está formalmente prohibido apuntar, así que Wogdon adapta la empuñadura de sus pistolas de forma tal que sean una prolongación del brazo, y de esta forma facilitar un disparo instintivo. Es tal el éxito de sus armas que los ingleses, en la última década del siglo XVIII, llaman a un desafío a pistola "un par de Wogdon". 

Hacia 1800, Manton inventa la empuñadura cuadriculada, resultando así una toma perfecta del arma. Elimina también los adornos superfluos y oscurece el pesado cañón (es pesado para contrarrestar la tendencia a tirar alto) para eliminar destellos hacia los que se dispara instintivamente. Una característica también de estas pistolas de duelo es el disparador recargable, que por medio de un sencillo mecanismo se ajusta la presión del disparo a la medida del tirador. Manton innova además con la llamada "falsa culata", que facilita despiezar el arma para su limpieza. 

Las pistolas de duelo crean además la costumbre de presentarse en cajas o estuches de madera con todos los accesorios necesarios para su carga y limpieza: polvorera, turquesa o molde de balas, mazo si el arma es rayada y diversas baquetas. 

En los duelos, cada parte debía elegir un padrino, un hombre de confianza que se encargaría de acordar el campo de honor. Este, habría de ser un lugar aislado. Habitualmente se realizaban al amanecer y se comprobaba que las armas fueran iguales de modo que todo se hiciera de forma justa. Cada parte contendiente podía disparar un tiro. Podría darse el caso de que ninguno acertara el disparo, y si quien retó a duelo se consideraba satisfecho, el duelo se declaraba terminado y el honor restituido. 

Debido a la inseguridad de calles y caminos, las pistolas se hacen muy populares. Se fabrican con uno o varios cañones, y en ocasiones con una bayoneta plegable. Hay casos en los que el disparador plegable surge al armar el gatillo y carecen de guardamonte, evitando así que se enrede el arma en la ropa. Se fabrican, generalmente, en hierro o latón. 

Como curiosidad apuntar que la moda impuesta en toda Europa de incluir parejas de pistolas en cajas o estuches, nunca halló eco en España. Además, se desconoce la existencia de pistolas de fabricación española dedicadas en exclusiva al duelo. 

Entrado ya el siglo XIX en Europa se siguen fabricando pistolas destinadas, teóricamente, al duelo, con sus preciosos estuches y accesorios. Sin embargo, ya raramente se utilizan para este fin, pues ha pasado de moda a consecuencia de la intensa campaña llevada a cabo en su contra y la severa persecución judicial de que es motivo. A pesar de su romanticismo, estas pistolas están destinadas al tiro deportivo. 

*Gran parte de la información de este artículo está extraída del libro de J.M. Echevarría, Coleccionismo de armas antiguas. Editorial Everest.

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