martes, 31 de marzo de 2020

Artículo: Por qué escribir con seudónimo masculino

¿Por qué escribir con seudónimo masculino? 

En mi novela Lili, la intrépida hija del duque, la protagonista escribe pasquines subversivos firmándolos con una letra. Su hubiese escrito alguna novela, en el 1818, posiblemente lo hubiera tenido que hacer con nombre masculino. Y es que entonces no se valoraba que las mujeres escribieran ni poesía ni novela. Marido, hijos y casa era lo único que se admitía, como si no fuesen capaces de hacer otra cosa. Por eso eché un vistazo a autoras que hubieron de firmar con nombre masculino, y me gustaría nombrar a unas cuantas. 

Un ejemplo de lo que os digo fueron las hermanas Brontë: Charlotte, Emily y Anne, que escribieron nada más y nada menos que Jane Eyre (Charlotte, con el nombre de Currer Bell), Agnes Grey (Anne, con el nombre de Ellis Bell) y Cumbres Borrascosas (Emily, con el nombre de Acton Bell. 

Mary Ann Evans fue otra autora que hubo de utilizar el seudónimo de George Elliot para publicar. Su novela tuvo una excelente crítica y, sin embargo, cuando en 1860 se supo que era una mujer, el periódico revisó la crítica hecha en su momento y publicó otra negativa. 

Amantine Lucille-aurre Dupin de Dudevant fue para todos George Sand. Se dice que esta mujer levantaba polémica por donde pasaba, porque le gustaba usar ropa masculina, fumaba a la vista de la gente y tuvo varios affaires. Vamos, que se saltó las normas como una heroína, por mucho que en su época la dijesen de todo. ¡Bien por ella! 

Louisa May Alcott era estadounidense. ¿Qué escribió? Una novela que hemos leído todas y que se ha llevado a la pantalla en distintas versiones: Mujercitas. Apoyaba el movimiento sufragista y se vio forzada a escribir bajo el nombre de A.M. Barnard porque, además, publicó algunos relatos que eran tema tabú en esos tiempos, como el adulterio. 

Violet Paget nació en Boulogne-sur-Mer en 1856, aunque tenía nacionalidad británica, y publicó como Vernon Lee. Decían que tenía un carácter endemoniado y despectivo, que no le caía bien a sus compañeros literarios, que era una feminista empedernida, y vestía á la garconne. Ni se casó ni se sabe que tuviera relaciones con varón alguno, pero sí parece que la poetisa Amy Levy quedó tan enamorada de ella que le escribió un poema. 

Karen Blixen, la escritora de origen danés, fue quien escribió la novela Out of Africa, que se llevó a la gran pantalla como Memorias de África. ¿Quién no ha visto esta película o leído la novela? Utilizó bastantes seudónimos durante su carrera literaria, pero el nombre más conocido fue Isak Dinesen. 

Otra autora importante fue Sidonie Gabrielle Colette, nacida en Saint-Sauveur-en-Puisaye. Esta mujer contrajo matrimonio con otro escritor, Henry Gauthier Villar, que era 15 años mayor que ella. No fue una relación muy afectuosa, pero su marido, viendo que tenía dotes literarias, la animó para que escribiera una serie de novelas titulada Claudine. Eso sí, hubo de publicarlas con el apellido de su esposo, que fue quien se llevó los elogios cuando resultó ser un boom editorial. Acabó por divorciarse y, ya con su nombre auténtico, publicó Dialogos de animales

Cecilia Böhl de Faber y Ruiz de Larrea nació en Suiza y era hija del cónsul Juan Nicolás Böhl de Faber. Publicó bajo el nombre de Fernán Caballero. Por ahí he leído que su padre le dijo que no escribiera, que perdía el tiempo porque no era algo que las mujeres pudieran hacer bien, que carecían de inteligencia suficiente. ¡Anda que tenía buen ojo el caballero! Alrededor de 1800 no era fácil sacar una novela si no lo hacías con nombre masculino, y menos en España, así que ella eligió el de esa localidad de Ciudad Real porque le sonaba bien. Algunas de sus obras: La Familia de Alvareda, La hija del Sol o La flor de las ruinas

Caterina Albert comenzó a escribir cuentos desde muy joven, animada por su padre. Su obra La infanticida, publicada en 1898, tuvo unas críticas feroces, primero debido al tema que trataba y, claro está, el escándalo aumentó cuando se enteraron de que era una mujer. Por tanto, continuó escribiendo con el seudónimo de Victor Catalá. 

Nelle Harper Lee nació en Alabama y utilizó el nombre de Harper Lee. No es que su nombre auténtico cambiase demasiado, pero sonaba mejor Harper y el público asumió que se trataba de un hombre. Su obra más conocida es una que habla de racismo y de la diferencia entre las clases: Matar a un ruiseñor, ganadora del Premio Pulitzer. 

Algunas otras autoras de todos conocidas también han publicado con nombres masculinos, pero ya no porque fuese imposible hacerlo con el auténtico sino por conveniencia, por diferenciar estilos tal vez. Entre ellas encontramos a Nora Roberts, que ha publicado como J.D. Robb, y a Joanne Rowling, que usó las siglas J.K. y que escribió El canto del cuco como Robert Galbraith. 

Por último, Laura Albert, que ha sido J.T. Leroy. Su novela Sarah la hizo saltar al estrellato y no se supo que era una mujer hasta 2005. Según he podido saber, ella misma eligió cambiarse de nombre para publicar, porque pensó que a nadie le llamaría la atención leer los libros escritos por una solterona de 41 años.


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