jueves, 28 de noviembre de 2019

Artículo: El carné de baile

Rara es la novela de época en la que no aparece. Aunque ya lo nombré en otro de mis artículos “Los bailes”, pasé de puntillas por él. Si os parece, podemos conocer algo más. 

A veces podía ser una simple tarjeta doblada, pero nuestras protagonistas de la aristocracia, los utilizaban algo más trabajados para anotar el nombre de los caballeros con los que bailarían durante la velada. Por norma, llevaban impresas las piezas y, a su lado o debajo, el nombre del agraciado. 


La costumbre de llevar un carné para los bailes apareció en el siglo XIX, cuando las clases altas organizaban veladas en las que se agasajaba a los invitados con bebida y delicatessen, igual daba que fueran bailes normales o de máscaras. Cada dama, llevaba su respectivo carné, deseosa de llenarlo. 

Había auténticas maravillas de este complemento, tan indispensable como los guantes, que no se quitaban a lo largo de la noche porque, como ya sabéis, no estaba bien visto que hombres y mujeres se tocasen sin estar protegidos por esas prendas. 

El carné, acompañado por supuesto por un diminuto lapicero que solía colgar del mismo con un cordón más o menos bonito, podía estar confeccionado de raso, haciendo juego o no con el color del vestido que se luciera esa noche; con piedras incrustadas y hasta de plata. Todo dependía de lo presumida que fuera la dama y de su poder adquisitivo, claro está. 

Algo curioso que encontré buscando información: parece que una costumbre era que las solteras, es decir las que estaban en edad de buscar esposo, llevaran un carné hecho con nácar. Sin embargo, las casadas lo usaban de marfil y las viudas de azabache. En este tipo de accesorios se reemplazaban las hojas interiores para cada baile, mientras que los de simple cartón se tiraban al acabar la velada. Algunas personas lo guardaban como recuerdo de la fiesta, o para evocar haber bailado con ese o aquel caballero. 

Pero no creáis que eran solo las mujeres quienes anotaban los nombres de sus parejas de baile, no. Los hombres llevaban algo similar. De otro modo ¿cómo acordarse de qué pieza habían solicitado a cada dama? 

En revistabicentenario.com he encontrado la fotografía de unos carnés de baile de lo más curioso. 


Por último, os diré que se hicieron tan populares, que los comerciantes acabaron por introducirlos entre los objetos que vendían, llegando incluso a ofrecer a las damas juegos de carné-bolso-abanico.

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