jueves, 23 de mayo de 2019

Un trocito de La bahía de la escocesa



LA BAHÍA DE LA ESCOCESA 

Salió del estanque, se sacudió como pudo, lo agarró por el collar y se encaminó hacia la casa hecho un basilisco, dejando tras él un reguero de agua e imaginando ya un buen rapapolvo para James, porque estaba seguro de que el maldito perro era suyo. Llegó al salón de donde procedían las conversaciones y empujó la puerta con tanto ímpetu que ésta rebotó contra la pared. 

—¡¿Quién demonios ha dejado este bichejo suelto?! —preguntó a voz en grito antes de darse cuenta de que la familia no estaba sola. 

Kim dio un bote en el asiento a la vez que se elevaba un coro de exclamaciones. 

—Mis sales... Mis sales... —pedía lady Eleonor, amenazando con desmayarse. 

Kimberly apenas reparó en el sujeto, salvo para darse cuenta de que estaba empapado. Lo que la alarmó era que aquel hombre sujetaba a su perro por el cuello. Se levantó de inmediato y le arrebató su mascota al energúmeno. 

—¡Deje a mi perro en paz, señor! 

Gresham, reponiéndose de la embarazosa certeza de que estaba haciendo el ridículo, fue todo ojos para ella. No era muy alta, tal vez un poco flaca, aunque su vestido hacía resaltar unas formas tan bien dibujadas que merecía un segundo vistazo. Lo hizo. Un cabello oscuro, rizado y unos grandes ojos azul nocturno que ya había visto antes la delataron. Así que ella era la honorable Kimberly Brenton, la hermana de Adam. La reacción lógica de un caballero hubiera sido disculparse ante todos, pero la animadversión que se adivinaba en aquellos iris y el modo en que protegía al chucho contra su pecho, como si temiera que él fuera a arrebatárselo, avivaron su furia porque aquel proyecto de perro le había hecho caer al estanque. 

—No debería dejar suelto a su ratón, señora. 

—Y usted debería aprender a tratar de modo más considerado a los animales —le respondió ella sin demora. 

Chris tardó bastante más de lo normal en reaccionar. Las complacientes risitas de sus hermanos, secundadas por la tos simulada de su amigo McPearson, le llegaron como una bofetada. Americana, había dicho Mortimer. Se escudó en ese punto para justificar su inmediata antipatía hacia ella. Con una profunda inspiración, asumiendo que ya se había puesto demasiado en entredicho, inclinó la cabeza hacia lady Alice. 

—Milady. Es un honor tenerla de nuevo en Braystone Castle─. La pobre mujer no salía de su asombro. Luego, dispensó toda su atención a Kimberly y ella dio un paso atrás sin poder remediarlo. Aquellos ojos grises... Hubiera jurado haberlos visto antes. Sin proponérselo, su mirada lo recorrió de pies a cabeza. Era un demonio dolorosamente guapo, reconoció, que dejaba en paños menores a los otros tres. Campanillas de peligro sonaron en sus oídos ante su momentáneo desconcierto. 

—¿Qué te ha pasado? —preguntó Darel, bailándole aún la sonrisa en la boca. 

—El chucho de la señora. Me he caído al estanque por no pisarlo. 

—¡Chucho!— A Kim se le atragantó el desdén—.Sultán no es ningún chucho, caballero. Es un perro de raza. 

—¿Sultán? —se burló Chris, soltando una carcajada—. Señora, nunca he oído un nombre tan ridículo para un ratón consentido. 

La voz de lady Agatha trataba de sobreponerse a la de lady Eleanor, que seguía pidiendo sus sales, aunque nadie le hiciera el menor caso, en un intento de quitar hierro al enfrentamiento. 

Curiosamente, Tommy, Darel y James se quedaron callados. ¿Desde cuándo Chris era tan desconsiderado con una mujer? 

—Lamento la interrupción y mis modos. —Se disculpó entonces Christopher, olvidándose de Kim—. Os veré más tarde, abuelas. Lady Alice. Ahora he de cambiarme... una vez más. Primero el barro y ahora el agua. —Chascó la lengua—. ¿Qué será lo siguiente? El día parece que promete. 

¡¡Abuelas!! ¡¡Barro!! Kim, que permanecía tiesa como una estatua, acababa de recordar dónde había visto antes aquellos ojos. En el camino. Sí, era el tipo al que habían estado a punto de arrollar. Se le fue el color de la cara y tuvo que buscar un punto de apoyo.

Sigue leyendo rxe.me/7XUPNVQ

No hay comentarios: