lunes, 22 de abril de 2019

Artículo: White, el club londinense para caballeros


Situado en la parte superior de la calle St. James el club White era vecino de los no menos importantes y relevantes clubes Boodle, Brook y Crockford. Lugares exclusivos para el público masculino y frecuentados por hombres de la misma clase social. Los clubes de caballeros durante el periodo de la Regencia eran una parte indeleble de la aristocracia inglesa. El club al que se pertenecía proclamaba quién se era, cuáles eran sus creencias políticas e incluso lo que se comía (existía un club del bistec). Cualquier caballero que tenía la menor pretensión de estar a la moda, pertenecía a un club. 

En Londres, allá por el 1800, había solo unos pocos clubes para caballeros (Almack, Boodle, Brook y White ya habían abierto sus puertas). Muchos de ellos operaban sin local y algunos fueron de carácter efímero. Habitualmente los socios se reunían, semanal o mensualmente, en cafés o tabernas. En el siglo XIX comenzaron a proliferar un gran número de estos clubes y tenían ya un carácter exclusivo y un local fijo de reunión. Se estima que en el periodo de la Regencia alrededor de 1200 caballeros eran miembros de alguno de estos clubes, incluso de más de uno. 

Club de caballeros White comenzó siendo un local donde se degustaba el chocolate. Propiedad del inmigrante italiano Francesco Bianco, quien cambió su nombre a Francis White, fundó el establecimiento en 1693 en el nº 4 de Chesterfield Street y era conocido como La casa del chocolate de Mrs. White. Allí se vendía chocolate caliente y otras exquisiteces hechas con ese producto. Por aquella época, el chocolate era un lujo poco común que solo los ricos podían permitirse. Además de la venta de chocolate se vendían también entradas para las obras que se representaban en el Royal Drury Lane Theatre, entre otros. La venta de las entradas ayudaba a sufragar los elevados costos del chocolate y el mantenimiento del establecimiento. Durante el reinado de Carlos II, las casas de chocolate eran lugares de encuentro para la élite de Londres. White fue una más de la serie de casas de chocolate que con el tiempo se convirtió en un club de caballeros. 

En 1773, después de un incendio, el local se trasladó al 37-38 de la calle St. James (donde aún permanece a día de hoy), a tiro de piedra del Palacio y no lejos de Westminster. Zona de moda por aquellos entonces, se consideró que era la mejor ubicación posible para el prestigioso club. 

En el siglo XIX, White era el club de caballeros más exclusivo y contaba ya con 300 miembros. En 1814 el número de socios era de 500. Los hombres que lo integraban eran de clase social alta y la mayoría de sus miembros eran aristócratas. La etiqueta era muy importante. Todos los caballeros solicitaban su ingreso en el club. Era tal el clamor por ser miembro del club que en 1745 se decidió crear, bajo el mismo techo, un Club joven. El grupo original era el Club viejo. A medida que iban quedando plazas vacantes en el Club viejo, las iban ocupando miembros del Club joven. Alrededor de 1780, los dos clubes se fusionaron. Sin embargo, la membresía estaba reservada para los hombres más ricos e influyentes de la sociedad y alineados con el partido conservador. White ha sido considerado como el club de los Tory, de hecho, en 1783 el club fue la sede oficial del partido Tory. Brooks, por el contrario, acogía a miembros del partido liberal. El príncipe de Gales fue durante un tiempo socio de este club pero cambió su preferencia a White cuando a su íntimo amigo Jack Payne le fue vetado el derecho a formar parte del club. 

El proceso de admisión de un nuevo socio era entonces tan riguroso como lo es hoy en día. Se necesita ser propuesto por algún miembro del club y avalado por otros dos miembros más. Conseguido esto, el comité estudiará rigurosamente la propuesta y votará si se es apto o no para ser miembro del club. Este sistema de votación consiste en introducir en secreto una bolita blanca o negra en una caja especial, y son estas bolas quienes le dan la respuesta al candidato. Una sola bola negra significa la no aceptación de la candidatura. Si se era admitido, el nuevo miembro, además de comprometerse a cumplir una serie de rígidas reglas, pagaba una cantidad en concepto de cuota de afiliación. En 1814 esa cantidad era de 11 guineas anuales. A día de hoy, el importe a pagar son 850 libras al año. En la actualidad, igual que entonces, el privilegio de pertenecer a este exclusivo club es un sueño reservado para unos pocos. Las inmensas fortunas no eran ni son garantía de contar con el estatus imprescindible para formar parte del club. 

Desde que White se estableció como club de caballeros proporcionó a sus miembros un lugar exclusivo, tranquilo, anónimo y privado donde relajarse y socializar sentados en elegantes butacas de cuero, mientras charlaban, comían, tomaban una copa, leían el periódico, boicoteaban a solicitantes no deseados, llevaban acuerdos entre caballeros, o jugaban a las cartas y otros juegos de salón. Todos estos rituales apuntalaban la propia importancia del hombre, incluso la del miembro más patán del club. El club era sagrado, tan sagrado, que no sólo no se le permitía la entrada las mujeres sino que una mujer que a partir de determinada hora de la tarde apareciera por la calle St. James, a pie o en coche, podría esperar ser condenada socialmente. Sin embargo, si aparecía por esa calle por la mañana con su criada o criado, no corría ese riesgo, probablemente, porque la mayoría de las actividades masculinas se iniciaban en la tarde o la noche. 

La conocida ventana de arco situada en la planta baja y construida en 1811, fue rápidamente coto y propiedad de Beau Brummell y sus amigos. La mesa situada junto a esa ventana estaba reservada a los miembros de honor y era símbolo de prestigio social. Otros miembros que frecuentaron también esa mesa fueron el duque de Argyll, Sir Worcester, Sir Alvanely, Sir Foley, Sir Sefton... 

White se ha caracterizado también por sus altas apuestas en el juego. El Whist era la opción de juego hasta la Regencia, posteriormente, sus miembros, que lo consideraban aburrido, votaron reemplazarlo por otros juegos de cartas. El objetivo del club era la búsqueda del placer y el bienestar, y de la misma forma que podía ser un sitio donde charlar y discutir cualquier tema distendidamente, también se podía pasar la noche perdiendo una fortuna. O haber ganado y celebrarlo yendo después a gastarlo con las cortesanas de Londres. 

El código de honor era primordial. Las deudas contraídas por el juego se esperaba que fueran pagadas dentro de los próximos tres días. Pagar la deuda era mucho más importante que pagar las deudas a los comerciantes, y no pagarla era más grave que seducir a la mujer del vecino. Daba igual despojar de su fortuna al caballero que se la había jugado y que se había quedado en la miseria, o que sus hijos y familia se vieran abocados a la pobreza. Pagar las deudas de juego era con lo que se medía el honor de un caballero. 

Una de las cosas más curiosas de White es su famoso libro de apuestas. Cualquier miembro podía apostar cualquier cosa y en sus páginas se tomaba nota de todo. El perdedor debería pagar con prontitud o se arriesgaba a sufrir la ira de sus compañeros (incluso se jugaba la exclusión del club). Las apuestas iban desde quién se casaría con quién, cuándo y en qué fecha, pasando por apuestas sobre la derrota de Napoleón, los hijos ilegítimos que engendraría X en el periodo de dos años, predicciones políticas, de moda, etcétera. El libro recogía también apuestas excéntricas, como aquella en la que dos caballeros que se jugaron 3000 libras a ver cuál de dos gotas de agua resbalaba primero hacia el final de la ventana. Se cuenta también de un miembro que apostó 1.000 libras a que un hombre podía vivir bajo el agua durante 12 horas. Este contrató a un hombre para llevar a cabo el experimento. Obviamente perdió la apuesta porque el hombre murió. 

El libro de apuestas siempre estaba abierto sobre la mesa para que sus miembros anotaran la apuesta de naturaleza más trivial que en cualquier momento pudieran establecerse. 

Hoy en día White sigue siendo un club de élite donde muchos de sus miembros han tenido que aguardar hasta nueve años de lista de espera. En la actualidad uno de sus clientes es David Cameron, cuyo padre era el presidente del club. 

Fue en White donde el príncipe Carlos celebró su despedida de soltero. 

Los miembros pueden invitar a personas ajenas al club a comer allí. 

El príncipe William va con frecuencia al White a jugar al billar. 

Entre la larga lista de personajes que se cuentan como miembros de White se incluyen una gran cantidad de duques, barones, marqueses o vizcondes. Estos son algunos de esos reconocidos personajes: el duque de Devonshire, el conde de Rockingham, Doddington Bubb y Sir John Cope, el príncipe Arturo, Churchill, Randolph, Evelyn Waugh, David Niven, Oswald Mosley, Horatio Walpole, Eduardo VII y el príncipe Carlos. 


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