jueves, 22 de septiembre de 2016

Vientos de cólera © (Extracto del capítulo 2º)



Mientras el traqueteo del carruaje gobernado por Nicolás la llevaba hasta Atlanta, Robin recordó las palabras, los lloros y agradecimientos de Leonie y Laurabell. Le sabía mal tener poder sobre ellas solamente por haberse casado con un yanqui. Odiaba que las gentes del sur tuvieran que suplicar hasta por un trozo de paz y deseaba que aquella maldita guerra finalizara de una vez. Perderían, eso ya era seguro, pero al menos acabarían las muertes. A fin de cuentas eran una nación y deberían firmarse acuerdos. Volverían a trabajarse las tierras, tendrían que levantar las ciudades destrozadas por los cañones y habría de nuevo trabajo para todos.
Cuando el carruaje frenó, no esperó ayuda y saltó a tierra por sí misma, maldiciendo la amplitud de sus faldas que se engancharon en una rueda. Odiaba vestir de mujer y añoraba sus pantalones amplios y su chaqueta de corte masculino. Se arrebujó en la capa y metió las manos en el manguito de piel, regalo de Patrick.
—Ve a calentarte —le dijo al negro—. Si te quedas aquí pillarás una pulmonía. —Echó un vistazo al cielo, que amenazaba nieve—. Volveré pronto.
Nick asintió y se dirigió al final de la calle, donde tenía un par de amigos que se unieron al ejército del norte y que ahora, libres de sus anteriores amos, habían abierto una pequeña taberna.
Robin entró en el oscuro edificio y un hombre joven vestido de uniforme le saludó y le cedió el paso.
—Buenas tardes, señora Wisse.
—Buenas tardes, soldado. ¿Está mi marido?
—Sí, señora —le sonrió. Como tantos soldados, echaba de menos la conversación con una dama hermosa y no le cabía duda de que la esposa del mayor lo era—. Hoy se la ve muy bonita, si me permite decirlo.
Robin le sonrió a su pesar. Aquellos muchachos no tenían la culpa de lo que hacían unos cuantos políticos, se dijo. Eran como los jóvenes de su amado sur y habían ido a la guerra por ideales equivocados. Como siempre que se iba a una guerra. Durante siglos había sido igual. Se preguntó si alguna vez el ser humano dejaría de hacer el idiota y aprendería de sus errores.
Llamó a la puerta del despacho de Patrick y entró sin esperar. Él estaba inclinado sobre la mesa, revisando mapas. A su lado estaban el capitán Berston y otro hombre al que no conocía. Los tres alzaron la cabeza para mirarla.
—Lo dejaremos para otro momento si no les importa, caballeros —les despidió—.
Robin se sintió una intrusa. Sonrió estiradamente al capitán e hizo una ligera inclinación de cabeza al otro. Cuando la puerta se cerró, miró a su marido con burla en los ojos.
—¿Planeando el mejor modo de acabar con el Sur?
Patrick se tragó la respuesta, tomó un cigarro, lo mordió por un extremo y lo encendió con una astilla de la chimenea. Ella se acercó al fuego, dejó el manguito sobre la repisa y estiró las manos hacia el fuego.
—¿Esto es una visita de cortesía? —le preguntó él—.
Se giró para mirarlo. Hacía días que Patrick no aparecía por Roble Oscuro y se le notaba la falta de sueño por las ojeras alrededor de los ojos. Al menos llevaba dos días sin afeitarse. Guerrera y camisa se veían también descuidadas.
—No tienes buen aspecto —le dijo, sin saber cómo encauzar el problema que la había llevado hasta allí.—
—Una esposa no me vendría mal —gruñó él—.
Robien encajó los dientes. Sabía a lo que se refería y no podía culparle por la puya. Patrick tenía aún la casita alquilada en la ciudad y ella, como su esposa, debería haberse quedado a vivir con él. Pero se negó a ello y estaba aún en Roble Oscuro.
—He venido a pedirte algo —atacó de frente—.
—Oh.
—¿Es todo lo que tienes que decir?
Los ojos dorados la taladraron.
—¿Tengo algo más que decir? Tú pides y yo concedo, creo.
—Al menos podías haber preguntado por la salud de mi madre y…
—Conozco su estado de salud, Robin —le cortó—. Aunque no vaya a la hacienda, estoy informado.
Robin se dejó caer en una silla.
—Me preocupa.
—¿Ha pasado algo?
—Nada en concreto pero…Desvaría. A veces se refiere a ti como si fueras Mark. Creo que se está volviendo loca.
—No lo está —zanjó. Atravesó el cuarto, tomó una botella de güisqui y se sirvió dos dedos en un vaso. Miró a Robin—. ¿Quieres? —ella asintió y le acercó el vaso, poniéndose después otro para él. Luego se acomodó en su sillón y puso las botas sobre la madera de la mesa—. No estorbo, no lo está. Se curará en cuanto pueda sacarla de aquí y la vea un buen médico.
—¡Sacarla de aquí!
—Eso he dicho. Por ahora no es posible, debo quedarme a recibir nuevas órdenes. Pero en cuanto termine, tía Clementina vendrá al norte y la verá un especialista.
—Viajar al norte…
—A New York.
Ella se removió inquieta. No se le había ocurrido pensar que él fuera a marcharse.
—¿Cuándo calculas que te irás?
—Deberías hacer la pregunta de otro modo. Cuando me marche de Atlanta, tú vendrás conmigo.
Ella se quedó de una pieza.
—¡No pienso irme de de Roble oscuro!
—Vendrás.
—¡Ni lo sueñes!
—Estás casada conmigo, ¿recuerdas?
—Sólo porque eres un bastardo que informaste a mi padre de tu abuso.
—¡Por el amor de Dios! —explotó él, incorporándose— ¡No abusé de ti, Robin! Pequeña víbora, no lo hice solo. Y sí, informé a tu padre de nuestro… devaneo, porque era mi obligación. ¡Soy un hombre de honor!
— Y ¿qué has conseguido con eso?
—Poca cosa —gruñó él—. En todo caso, amargarme la vida.

(Extracto del capítulo 2º)


6 comentarios:

Anabel Botella dijo...

Me ha recordado un poco a Lo que el viento se llevó. Hace años que no la veo, pero debo de haberla visto como seis o siete veces, y eso que no suelo repetir películas.
Acabo de empezar con tu novela. Me gusta el principio.
Saludos desde La ventana de los sueños.

Anónimo dijo...

Ay, yo quiero más, siempre me sabe a poco. Por favor, ¡quiero saber cómo sigue!

¡Lo que me haces sufrir!

Un beso,
Mayte

Anónimo dijo...

No sé cómo lo haces pero me gustan todas.

Besos.

Carmen

solima dijo...

Digna continuación para el anterior capítulo. Lo malo es que me quedo con ganas de saber como arreglan estos dos sus diferencias. Tal vez algún día...

Un abrazo.

Maria dijo...

hola!!
No sabia donde dejarte este msj.Espero q no te importe q te lo haya dejado por aqui.
Cuando puedas,pasate por mi blog,te nomine al Meme....espero con ganas a las preguntas del Meme.Un saludo.

Nieves Hidalgo dijo...

Un beso enorme a todas. Gracias por vuestros comentarios.