Nunca imaginé que una entrada en este blog hablando de una novela de Marisa Villardefrancos, El Caballero de los Brezos, iba a proporcionarme el inmenso placer de poder entablar amistad con este escritor, pupilo de la desaparecida y añorada escritora de novelas románticas. Joaquín descubrió mis comentarios, me escribió y, a partir de ahí no hemos perdido el contacto. Entre los dos ha nacido el cariño y estoy orgullosa de tenerlo como amigo.
Lo primero que leí de este autor fue 1957, una obra que me absorvió por su crudeza, su acidez, su sufrimiento, y a la vez por su dulzura y su modo de contar los hechos acontecidos en la España de la posguerra.
Después llegó 1958 (Y te dirán que me han visto llorar…). Porque se la pedían, porque tenía que hacerla, porque nos la debía a todos los que quedamos enamorados con la primera. No nos defraudó. Resultó ser otra maravilla.
Ahora, he tenido el honor de acompañarlo en la puesta de largo de la tercera entrega: Zancas Largas, presentada estupendamente por el editor de Edición Personal y por el conocido escritor y poeta Santiago Castelo. Y donde Carmen Feito nos deleitó con unos maravillosos versos.
No lo esperaba y me ha emocionado que una de las personas a las que dedica este libro sea a mí, que soy una parvularia frente a un catedrático de la pluma. Una dedicatoria en la que, además, recuerda a nuestra querida Villardefrancos.
Gracias Joaquín, por haber escrito estos libros, por enseñarnos cómo se hace una obra excelente. Gracias, sobre todo, por vivir. Te quiero.
Lo primero que leí de este autor fue 1957, una obra que me absorvió por su crudeza, su acidez, su sufrimiento, y a la vez por su dulzura y su modo de contar los hechos acontecidos en la España de la posguerra.
Después llegó 1958 (Y te dirán que me han visto llorar…). Porque se la pedían, porque tenía que hacerla, porque nos la debía a todos los que quedamos enamorados con la primera. No nos defraudó. Resultó ser otra maravilla.
No lo esperaba y me ha emocionado que una de las personas a las que dedica este libro sea a mí, que soy una parvularia frente a un catedrático de la pluma. Una dedicatoria en la que, además, recuerda a nuestra querida Villardefrancos.
Gracias Joaquín, por haber escrito estos libros, por enseñarnos cómo se hace una obra excelente. Gracias, sobre todo, por vivir. Te quiero.
2 comentarios:
Hola querida Nieves!!
Que bonitas palabras dedicas en esta entrada.
Un beso con mi cariño.
Bego, gracias por entrar y comentar. Simón es un gran hombre, me he quedado corta.
Montones de besos
Publicar un comentario