lunes, 11 de abril de 2011

El Ángel Negro - Primer capítulo.


Aquí os dejo el primer capítulo de El Ángel Negro.


Corte de Madrid. Invierno de 1667

Alejandro de Torres paseó a un lado y otro de la pequeña sala en la que aguardaban la decisión del Tribunal de la Corte. Con las manos cruzadas a la espalda y el semblante adusto, seguía dándole vueltas a los últimos acontecimientos y no podía creer que el destino fuese tan injusto.
A finales de la primavera, sus dos hijos, Miguel y Diego, habían engrosado la tripulación del buque Castilla, que batalló contra dos barcos de bandera inglesa cerca de las Azores. Algunos hombres murieron en el enfrentamiento y, entre ellos, don Esteban de Albadalejo, personaje muy estimado en palacio. Aunque la noticia de aquella muerte sumió a todos en el dolor, no era sino una más de las que llegaban de vez en cuando a oídos públicos, dado que los galeones españoles eran constantemente abordados por piratas franceses, holandeses e ingleses, en sus viajes de ida o vuelta a las costas caribeñas, donde España mantenía posesiones.
Los galeones solían ser barcos de gran tonelaje, sin equipamiento de batalla, por lo que se convertían en presas fáciles para los filibusteros y corsarios que atacaban bajo bandera extranjera. Y aunque, en los últimos tiempos, el soberano había dotado grandes sumas para su protección, el Castilla viajaba solo. No, ciertamente, la noticia de la muerte de don Esteban no había supuesto más allá de una mala nueva para España.
Hasta que solapadas acusaciones susurradas en ciertos oídos dieron con los dos hijos de don Alejandro en el banquillo: según el Tribunal, acusados de alta traición, por haber facilitado a los piratas ingleses la ruta que seguiría el Castilla.
Alejandro de Torres era un hombre influyente, ostentaba el título de duque de Sobera, y era terrateniente propietario de extensas fincas en Salamanca, Toledo y Sevilla; amigo de jurisconsultos, ministros e incluso purpurados. Nada de eso libró a sus hijos de las acusaciones ni del juicio a que fueron sometidos. Ni lo liberó a él del tormento que le suponía llegar a casa y consolar a su esposa, Mariana, que se deshacía en lágrimas.
En esos momentos, tras un largo mes de espera, de entrevistas con unos y otros apoyado por su hermano Daniel, de búsquedas incansables de testigos, debía aguardar, como cualquier otro, a que el Tribunal de la Corte del rey Carlos emitiera su dictamen.
Bufó por lo bajo, tomó asiento y volvió a incorporarse casi de inmediato, renegando entre dientes.
—Padre, siéntese —oyó a sus espaldas—. Así no conseguirá
nada; si acaso, desgastar la alfombra.
Don Alejandro se volvió y enfrentó la mirada de su hijo mayor. Lo observó con atención, igual que a Diego, el pequeño. Eran de caracteres muy distintos. Tanto, que a veces ni parecían hermanos, a no ser por los rasgos de los De Torres, inamovibles de generación en generación: el rostro aristocrático, la nariz recta y el mentón firme. Diego era de cabello rubio oscuro, como Mariana, mientras que Miguel había heredado su pelo, negro azulado.
El primero tenía los ojos castaños; el segundo, de un color verde esmeralda profundo, como los de su bisabuela escocesa, solían llamar la atención de quien lo miraba. Diego era alto y delgado; Miguel le sacaba media cabeza, pero sus hombros, anchísimos, hacían que pareciera mucho más alto que su hermano. Don Alejandro sabía que, ni siquiera con la edad, Diego adquiriría la constitución
del mayor, que parecía haber absorbido en sus genes toda
la savia de aquellos malditos escoceses con los que el bisabuelo, don Álvaro, emparentó.
—¿Cómo diablos puedes estar tan tranquilo? —preguntó
exasperado, consciente del nerviosismo de Diego, que no sabía qué hacer con las manos.
Miguel se encogió de hombros. No estaba ni mucho menos
tranquilo. No cuando sabía, porque la conocía, cómo era la corte de Madrid. Desde que Carlos II, al que apodaban el Hechizado, accedió al trono de España, las cosas habían empeorado. El soberano tenía por entonces sólo seis años de edad. Último de la casa de Austria, hijo de Felipe IV y de su segunda esposa y sobrina, Mariana de Austria, era un niño enclenque y enfermizo. Y la vida política estaba revuelta. Felipe IV, tras la derrota internacional
y la quiebra del Estado, había sumido Castilla en el pesimismo y la penuria. Hacía dos años que una Junta de cinco ministros asesoraba a la madre del soberano durante la minoría de edad de éste, pero realmente no eran ellos, miembros de la aristocracia, quienes gobernaban, sino el confesor de Mariana, el padre Nithard, junto con el intrigante Fernando de Valenzuela, incapaces pero de enorme influencia ante la reina, que seguía sus consejos al pie de la letra.
El desconcierto se había instalado por doquier, alimentando
las murmuraciones sobre el supuesto derrocamiento de Mariana de Austria y Carlos, mientras las intrigas palaciegas se multiplicaban para crearse parcelas de poder al lado del pequeño.
El cúmulo de rumores no hacía sino emponzoñar la situación, ya de por sí deprimente.
Pero Miguel no podía, ni quería, dejar entrever su malestar.
No lo hizo nunca. Ni siquiera cuando Diego y él fueron acusados de alta traición. Y no bajaría la guardia aunque los condenasen a la horca, supuesto probable, tal como se habían desarrollado los acontecimientos.
—Nada conseguiremos por más tensos que nos pongamos
—intervino el tío de los jóvenes—. Lo que sea, lo sabremos muy pronto, hermano.
Don Alejandro calló. A veces, la frialdad de su hijo lo enervaba. ¡Por los clavos de Cristo! ¿No podía mostrar de vez en cuando un poco de sangre española?
Se abrió el portón de la cámara de deliberaciones y Alejandro se impulsó hacia adelante como un resorte. De inmediato se acercó al hombre que le hacía señas. Cuchichearon un momento y luego el otro desapareció de nuevo. Cuando se volvió hacia sus hijos, el rostro del duque estaba tan blanco como el papel. A Diego le dio un vuelco el estómago. Miguel, por su parte, apretó las mandíbulas y clavó la mirada en la cara de su progenitor. No hizo falta que dijese nada.
—¿Culpables? —preguntó, de todos modos.
El duque de Sobera asintió y en sus ojos se formaron cortinas líquidas. Miguel no podía soportar que su padre, su imagen recia y fuerte que recordaba desde que tenía uso de razón, se echase a llorar. Se levantó y lo tomó por los hombros.
—Nunca, señor —dijo, con los dientes apretados—. ¡Nunca
lo haga! Que no lo vean flaquear o caerán como buitres sobre nuestra familia.
Alejandro se tragó las lágrimas y asintió, hundidos los hombros, demacrado el rostro.
—Os llamarán dentro de un momento.
—Y nosotros entraremos con la cabeza bien alta. Puede que
nos declaren culpables y que nos ahorquen —respondió el joven—, pero Dios sabe de nuestra inocencia, y nosotros también. No pienso entrar en el Tribunal como un vulgar traidor, porque no lo soy.
—¡Ni lo menciones, Miguel! —estalló su tío.
—Pueden ahorcarnos y lo sabéis.
—¡Condenación, muchacho! —Alejandro se separó un poco
de su hijo—. ¿De veras tienes la frialdad que representas, Miguel? ¿Qué corre por tus venas? ¿Hielo? —le espetó.
—Padre, por Dios… —intervino Diego.
—¡Quiero saberlo! ¡Maldito seas, Miguel! ¿Es que no lo entiendes? Sois mis únicos hijos, mi estirpe, mis herederos. ¿Cómo puedes afrontar el destino con tanta calma, en lugar de rebelarte? ¿Qué le diré a tu madre si os condenan a la horca? ¡Por todos los infiernos! ¿Qué le diré?
Miguel tragó saliva. Ni un minuto había dejado de pensar en su madre. Lo atormentaba la posibilidad de que muriese, eso era lo peor. Su padre tal vez se reharía, pero ella… Iba a contestar cuando la puerta volvió a abrirse y se les llamó a comparecer ante el Tribunal.
Diego se levantó, pálido y algo tembloroso, y avanzó con paso inseguro. De inmediato, la mano fuerte de su hermano lo tomó del brazo. La voz de Miguel sonó ruda. Tanto, que a Alejandro lo recorrió un escalofrío de horror y orgullo al mismo tiempo.
—Si flaqueas, Diego, juro por lo más sagrado que te saco las tripas antes de que nos cuelguen.
El menor de los De Torres se irguió, se tragó su miedo y
sostuvo la mirada de los ojos esmeraldinos de su hermano con confianza.
—No dejaré mal a la familia, Miguel. Lo juro.
—Más te vale, renacuajo. Más te vale.
Y así, apoyado en el ánimo de su hermano, Diego lo precedió y entró en la sala.


Londres. Finales de 1667

El bergantín Pretty Olivia estaba a punto de partir. Era una
nave ligera de dos mástiles y velas cuadradas, rápida y ágil en las maniobras, dedicada al transporte de pasajeros. Aun así iba armada con ocho cañones a babor y estribor y los marineros que la gobernaban no eran novatos en enfrentamientos con embarcaciones enemigas.
Acaso porque la ruta que seguirían era comercial y estaban
preparados —aunque en aquellos tiempos nadie podía confiar en no encontrarse con barcos rivales—, Colbert no se sentía especialmente intranquilo.
Su hija, Kelly, partiría en menos de una hora hacia Jamaica, donde pasaría una muy larga temporada en la hacienda de su hermanastro, Sebastian. Era una decisión que había tomado y no la revocaría. Ni los llantos de su esposa ni las protestas de su hijo lo habían hecho modificar su determinación. Kelly debía aprender. La había criado en el amor, pero tal vez se habían equivocado en la forma de educarla, porque, aunque siempre acató sus órdenes, su negativa al matrimonio que le había concertado lo había llenado de indignación.
Dentro del carruaje en el que se encontraban a solas sus dos hijos, se oía sollozar a la muchacha.
—Vamos, brujilla —dijo su hermano pasándole un brazo por
los hombros—, no es el fin del mundo.
—¡Oh, James! ¿Cómo puedes decir eso? —se quejó ella—.
¡Maldición, no eres tú el que se va!
El rostro atractivo del joven se tensó y Kelly se abrazó de inmediato a él y lo besó en el mentón. Sus ojos, azul zafiro, se clavaron en los de su hermano, ligeramente más claros.
—Lo siento. No quería decir eso.
—Lo sé. Y es lógico que estés de tan pésimo humor. Pero
piénsalo de otro modo: vas a conocer Jamaica.
—¡Me importa un pimiento Jamaica! —estalló de nuevo
ella—. ¡No quiero irme de Inglaterra! James… ¿de veras crees que nuestro padre no podría…? —Él negaba con la cabeza—. ¡Pues no pienso tomar ese barco!
James Colbert no pudo dejar de esbozar una sonrisilla burlona ante el gesto de su hermana pequeña, con el cejo fruncido y los brazos cruzados bajo el pecho, como una niña enfurruñada. La besó en la nariz y dijo:
—Será poco tiempo.
—¡Tres años, por el amor de Dios!
—El tiempo pasará sin que te des cuenta, brujilla. Además…
¿quién te dice que en Port Royal no conocerás a un guapo muchacho del que te enamores? Ya que tu pretendiente de aquí te disgusta…
Kelly se apercibió de la burla de su hermano y le dio un puñetazo en el pecho, que lo hizo reír de verdad.
—¡Eres un mulo, James! En Port Royal no hay más que plantadores y piratas. Ni a unos ni a otros me entusiasmaría tenerlos como marido. ¡Casi preferiría al que eligió padre!
—Entonces, cede y cásate con él.
—¡Antes, muerta!
Al joven lo atenazaba un profundo dolor en el pecho al pensar que al cabo de unos minutos tendría que despedirse de su hermana, a la que amaba profundamente. La muchacha se había pasado llorando días enteros cuando su padre le dio la noticia de su inminente partida. Y a James le desagradaba verla hundida. Porque hundida, no era Kelly. Pero rabiosa sí, entonces volvía a ser su adorada hermanita. Ella no era arisca, ni mucho menos. La
servidumbre la adoraba, porque siempre tenía una palabra amable para todos, odiaba la injusticia e intentaba ayudar a cuantos podía. Pero cuando se enfadaba, le salía un genio de mil diablos. Y él la prefería enfurruñada antes que vencida. Azuzándola, lo estaba consiguiendo.
Volvió a abrazarla y la instó a bajar del carruaje.
—Debes escribirnos en cuanto llegues. El capitán Mortimer
nos traerá tu carta.
—Me moriré sin vosotros. ¡Lo sé!
Su madre, que se debatía aún entre el amor a su hija y la decisión de su esposo, se echó a llorar. Había intentado por todos los medios que éste cambiara de idea, suavizar el castigo, pero sus ruegos cayeron en saco roto y ahora acudía desalentada a despedir a la muchacha.
—Yo también, cariño. —Se abrazó a ella—. ¡Te voy a extrañar tanto…!
—¡Basta ya! —oyeron la voz poderosa del cabeza de familia—. Nadie va a morirse por esta separación. Kelly conocerá a sus parientes de Jamaica y eso es todo. Y, de paso, aprenderá a respetar.
Durante unos segundos, la mirada color zafiro de la joven
fue un lago tormentoso. Se mordió la lengua para reprimir la respuesta que pugnaba por escapársele. En el fondo, ella sabía que, para su padre, aquella decisión tampoco resultaba agradable, pero que, escudado en sus principios, no cambiaría de idea. Mantenerla alejada durante tres largos años supondría para él una pena que trataría de mantener oculta. Se acercó, se alzó de puntillas y depositó un beso en su barbilla. Estaba enfadada, sí, pero lo amaba tanto que no deseaba partir dejándole un mal sabor de boca, de modo que forzó un semblante amable y dijo:
—Os echaré de menos. Y trataré de portarme como espe-
ráis. Tal vez así, decidáis traerme de regreso antes de tiempo, papá.
Colbert carraspeó y se envaró con la tosecilla de su hijo James a su espalda. Aquella tigresa de cabello dorado y ojos de luna llena conseguía todo lo que se proponía. Ahora, acababa de formar en su casa un frente común en contra de su decisión. Pasarían muchos días hasta que todo volviese a la calma. Pasó un brazo sobre los hombros de la joven y murmuró:
—Lo pensaré. —Deseaba abrazarla con fuerza, pero se obligó a mostrarse sereno.
Tras una larga despedida de su madre, nadando ésta entre las dos aguas que suponían la carencia de la hija y el sometimiento al marido, y de los últimos consejos de su hermano, Kelly subió por la pasarela del Pretty Olivia y se acodó en la borda. Agitó la mano, respondiendo al postrer saludo de su madre. El llanto que se obcecaba en no derramar le formaba un nudo en la garganta que la
ahogaba. Pero también sentía que la sangre corría más aprisa por sus venas, porque, a fin de cuentas, iba a emprender una aventura.
El barco se fue alejando poco a poco del puerto, henchidas las velas, bebiendo el viento. Las órdenes del capitán y el trajín de los marineros llegaban hasta ella, pero sólo tenía oídos para el ánimo que su madre le enviaba y que llegaba a ella en ráfagas que se perdían entre el bullicio del puerto y el ulular del viento. Sus seres queridos se quedaban allí y ella se marchaba. A los pocos minutos, se convirtieron en pequeñas figuras que desdibujaba la neblina.
El vozarrón del capitán Mortimer pareció devolverla a la realidad y, con paso cansino, bajó a su camarote. Cerró la puerta, se apoyó en ella y respiró hondo, intentando armarse de valor.
La cámara era estrecha y apenas disponía de lo imprescindible. Le pareció incómoda y triste. Allí pasaría varias semanas, entre un camastro, una mesa y un par de sillas atornilladas al suelo. Por el ojo de buey se coló un rayo de luz mortecina. El último rayo de luz de Inglaterra.
Entonces sí, estalló en un llanto histérico.



48 comentarios:

Eleanor Atwood dijo...

ay madreeeeeeeeeeeeeeeeeee.....pero esa portadaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!! que me da un yuyu!!!

Me encantan las escenas a bordo de barcos, querida, son mi perdición. Si Círculo la va a publicar en Julio no la pondrás toda aquí, verdad?

Snif...

Un beso.

Nieves Hidalgo dijo...

Eleanor, me alegra que te guste la portada.
No la voy a colgar en el blog ya que se publica con Esencia en el mes de Mayo.
Lo sientoooooooo.

Paciencia, que ya queda poco.
Mil besos

Carolina dijo...

Cuántos recuerdos de noches puntuales comentando, bebiendo, riendo juntas... se me escapa una lagrimilla de nostalgia, pero ya llega, ya llega...
Esteeee, ya he abierto la botella de ron y tengo preparados un montonazo de chupitos para que toda la que asome su trabuco o espada bucanera, coja uno y se lo tome a la salud de esta novela que tan grandes ratos nos hizo pasar.
Así que... chicas!! servíos vosotras mismas... chin-chin...
Yo ya llevo unos cuantos, así que no me hagáis caso si empiezo a desvariar...

Nieves Hidalgo dijo...

Carolina, mi bucanera liada entre la espada y el cinto, y las pistolas, y los pañuelos a la cabeza tipo corsario.
Sí, ya llega. Y todo gracias a esos buenos ratos y a vuestra estupenda acogida a Miguel y Kelly.

Brindo contigo por esta pareja y por todas las bucaneras que han seguido la novela en el blog. Y rezo para que ahora que está arreglada os guste más que cuando era un borrador.

No quiero pensar cómo vamos a estar en Mayo si empezamos ahora con el ron.

Besazos sobre la cubierta de El Ángel negro.

Ángeles Ibirika dijo...

Lo he leído esta mañana, y lo he estado recordando todo el día. Se nota la corrección, y si antes me gustaba ahora ya ni te cuento. Hay párrafos que los he tenido que leer dos veces y, de haber tenido el borrador habría ido en su busca para compararlos, porque me han parecido sublimes. Tengo unas ganas locas de leerla. Estoy de acuerdo con Carolina: me trae unos recuerdos preciosos. Sé que voy a disfrutar leyéndola como nunca lo he hecho.
¿He dicho que tengo unas ganas locas de tenerla en las manos?
Pues eso. Que se me está haciendo largooooo, sobre todo después de verlo a él en la portada, que me ha vuelto a enamorar ♥ ♥ ♥

Amparo dijo...

!Ehi! Carolina, lo tuyo es demasie, vas con el ron acuestas a to los laos he, a mi ya me puedes ir poniendo uno que lo probare y si luego cojo una buena cogorza me dejais a dormir la mona en la cubierta del Angel Negro a ver si cuela y me despierta el Miguelito.Un abrazo para todas las bucaneras y chin-chin por el libro y la escritora.

Nieves Hidalgo dijo...

Ángeles, gracias por tu ánimo.
Pobre de mí si no se notase que está corregida, jejeje.
Como todo lo que se arregla, ha cambido bastante.
De verdad, espero que no te defraude.
La que sí que tengo yo ganas de pillar es la tuya. A esperar tocan.

Un beso enorme

Nieves Hidalgo dijo...

Amparo, vamos a ser unas cuantas en la cubierta del barco, jajaja.
Lomalo es que Miguel, al vernos a toas cogorzas, nos ponga a limpiar de rodillas con esos cepillos tan gordos que se usaban y con cubos de agua salada.
Aparte del ron compraremos crema para las manos. OJO. HE DICHO PARA LAS MANOS, que os conozco.

Besos, guapísima.

Ángeles Ibirika dijo...

Mientras no nos haga pasear por la tabla sobre las cabezas de los tiburones vamos bien ¡jejeje! Siempre que nos deje quedarnos en el barco, aunque sea para limpiar la cubierta con los dientes, el riesgo merecerá la pena ;-) ¡No hay más que verlo en la portada!

Nieves Hidalgo dijo...

Ángeles... ¡estoy de acuerdo contigo! Luego ya veríamos el modo de arreglarnos la dentadura, jejeje.

Besitos

Carolina dijo...

A mí, mis bucaneraaaaas!!!
Abro otra botella de ron, que la primera se ha terminado... Ángeles, espero tu novela con la misma ansiedad que las de Nieves, ya lo sabes... Eleanor, mándame esas cosillas que tú y yo sabemos... Amparooo: tres chupitos para tí, p'a que te duermas en cubierta!!
Al abordajeeeeeeeeeeee!!!!
(supongo que no se notan los xupitos que llevo encima...)

Irdalaaaaa, a ver si te tomas un traguillo...

Irdala dijo...

Sí, sí, Carolina, yo también me quiero un traguito, ¡no te lo vayas a beber todo y me vayas a dejar sin nada!

Besos a todas las bucaneras.

Nieves Hidalgo dijo...

¡Cómo está el patio, Señor!
Carolinaaaaaaaaa, deja la botella, que faltan días y luego no vas a poder ni leer con la cogorza.
No tienes arreglo, jajaja.

Irdala, a ver si tú puedes meterla en vereda. Es eso o colgarla de los pulgares del palo de mesana.

Brindo por todas !!!

Ariadna McCallen dijo...

Una portada de escándalo, cielo!!
Es preciosaaaaaa!!

Un besito.

Nieves Hidalgo dijo...

Ariadna, me alegro que te guste.
Estoy esperando que llegue Mayo para cazar a tus brujas, jejeje.

Besos, mi niña.

Eva M Orostivar dijo...

2 dias he tardado en leerla, y a pesar de que ya la habia leido casi toda en el blog no por ello ha tenido menos interés. Me ha encantado Nieves, de verdad, ME HA HECHO SOÑAR. Muchas gracias, y ahora voy a por la siguente

Nieves Hidalgo dijo...

Eva, preciosa, muchísimas gracias por haber vuelto a ser una de mis bucaneras. Ya sabes que lo que más me gusta es que me acompañéis en las aventuras.

Un beso grande, grande.

Anónimo dijo...

Ayer compre el libro, me quede hasta las 4:30 am leyendo y hace unos minutos termine de leerlo....Me encanto, me encandilo, me sedujo...Anduve perdida en el tiempo y disfrutando con cada capitulo...LO maximo!!!!

Besos

Nieves Hidalgo dijo...

Hola anónimo (lo siento, no has dejado tu nombre)
Te agradezco muchísimo que hayas leído la novela y que hayas pasado a dejar tu comentario.
Me hace feliz saber que te ha hecho pasar unas horas agradables (espero que las 4,30 no fueran de la noche, jajaja)

Un beso muuuuuuy fuerte

Anónimo dijo...

Hola Nieves, soy Bianca y vivo en Alcázar de San Juan, Ciudad Real. Me he comprado el libro por medio de una revista del Círculo de Lectores, porque me atrajo un poco. Cuando empecé a leerlo me encantó, me sorprendió... me lo acabé en tres dias(eso es relativamente muy poco para mi porque no suelo leer mucho) pero este libro valió la pena leérselo. tengo unas preguntas, ¿me las podrías contestar?
1.¿Podrás hacer una continuación del libro EL ÁNGEL NEGRO?
2.Quiero empezar a escribir un libro, lo tenia planeado desde hace mucho pero la verdad es que no se por donde empezar, ¿me podrías ayudar?
Gracias por leer mi comentario, y ENHORABUENA por el libro, ha estado genial.
BESOS.

vane dijo...

me ha encantado el libro ,me lo he leido en tres dias .es mas creo k deberian hacer la pelicula aunque a veces las peliculas no relatan las cosas tan bien, pues aqui leyendolo te imaginas tu las aventuras de Miguel y sus compañeros .Enhorabuena nieves espero que sigas escribiendo historias tan buenas y que pudieron ser reales.Gracias por hacerme pasar horas entretenidas con el angel negro.

Anónimo dijo...

hola nieves queria darte la enhobuena por tu libro ,me ha fascinado me ha encantado y hasta me ha dado pena que se terminara. Darte las gracis por pasar horas entretenidas leyendo y imaginando la historia de los de torres y sus atractivos compañeros . Decirte que sigas escribiendo historias tan buenas y entretenidas desde el primer momento enganchan.

Nieves Hidalgo dijo...

Hola, Bianca.
Un placer tenerte por este blog, que es tu casa.
Gracias por tus palabras, comentarios como el tuyo me ayudan a seguir.
De momento no va a salir la continuación, hay otros proyectos en marcha, pero ahí queda para cuando tenga tiempo, tranquila.
Me alegra mucho que quieras escribir una novela. Yo apenas tengo tiempo para nada porque debo cumplir plazos con las editoriales, pero si quieres comentarme algo en particular, puedes escribirme a mi e-mail y charlamos.
Un beso enorme.

Nieves Hidalgo dijo...

Vane y amiga anónima:
Gracias a las dos por vuestros comentarios. Ya sabéis que mi meta es entreteners un ratito, así que si lo consigo soy feliz.

Un besazo para cada una.

Mjimnez dijo...

¡Hola! Me encantaría poder felicitarte por este magnífico libro, ha sido muuuy interesante, es precioso, has conseguido que no pueda estar ni una hora despegada de este libro, siempre quería saber más, lo que pasaría, y meterme en el papel de los personajes, sentir cada emoción, y sentir rabia de que ambos fueran presos de sí mismos, sobre todo Miguel, que ocultaba lo que sentía respecto a Kelly y sufrió mucho, pero me llenaban esas noches en las que se entregaban por completo, y como cuentas cada detalle de esa pasión desenfrenada. No sé, no encuentro la razón de por qué me ha encantado este libro, lo que sé es que me lo volvería a leer 100 veces y no me cansaría, la verdad. ¡Enahorabuena!

Nieves Hidalgo dijo...

Hola, Mjimnez.
Comentarios como el tuyo son los que me animan a seguir escribiendo. ¡Mil gracias!
Me alegra que te haya gustado la historia y que la hayas vivido intensamente.
Ya sabes que en este blog estás en tu casa.

Un beso muy fuerte.

Marina dijo...

Hola nieves!!! acabo de terminar de leer tu libro:El angel negro.y la verdad es que me ha encantado me lo compre en el circulo y en 4 dias me lo termine por segunda vez!!!!
solo era para decirte tu libro me ha gustado, encantado, emocionado,he llorado por las cosas que le hacian y por la supuesta muerte de Diego... aunque tambien me ha hecho reir!!!la prosima novela sera noches de karnat.
muchas gracias por animarme a seguir leyendo muchos libros mas!!!
Besoss.

Marina dijo...

Hola nieve!!!queria decirte que he leido tu libro:El angel negro.Y la verdad es que me ha encantado, todo lo del libro me ha gustado con decirte que en 4 dias me lo he leido 2 veces por que es que no podia parar de leer, me tenia enganchada y me quedaba en la cama hasta la madrugada sin parar incluso me lo llebava en el bus!!
muchas grasias por hacerme sentir como una autentica pirata!!!
muchos besossss desde Huelva.

Nieves Hidalgo dijo...

Hola, Marina.
Gracias por leer la novela, me alegro de verdad que te haya gustado y te encontrases como una pirata. Se trataba de entretener, así que si lo he conseguido me doy por satisfecha.
Ya me dirás sobre Noches de Karnak, guapísima.

Miles y miles de besos.

teresa dijo...

compre esta novela y ya la ha leido 2 veces de lo que me gusta. en cada nueva novela te superas.
No veo por ningun lado la sinopsis de Dime si fue un engaño, la cual me vino con esta en sus inicios y promete traer tela !ojala la publiques pronto! besos

Nieves Hidalgo dijo...

Teresa, guapetona!
Gracias por decirme cosas tan bonitas, te lo agradezco de corazón.
Dime si fue un engaño es solamente los primeros capítulos de una de las novelas que tengo escritas o estoy escribiendo, se puso a modo de regalo pero no se va a publicar, de momento. Lamento haberte dejado con la intriga.
Un beso muuuuuuuuy fuerte

Anónimo dijo...

Hola Nieves, soy María de Burgos, y compré el libro a través del Círculo un con pocas espectativas, la verdad, porque mis últimos pedidos habían sido un fiasco.
Y me he encontrado con la novela que más me ha hecho sentir. Me encanta tu manera de narrar, y de describir los sentimientos de los personajes y sobre todo la PASIÓN.
Me he leído el libro en 2 días y todavía no se me ha quitado el nudo del estómago.
En definitiva, me ha encantado y lo he disfrutado muchísimo, se lo recomendaré a todo el mundo. Enhorabuena!!!

Anónimo dijo...

Soy María de nuevo, se me olvidó comentar que me gusta mucho más la portada del libro que hay en el blog que el que he comprado yo... ¡Nada que ver!
Un abrazo

Nieves Hidalgo dijo...

Buenas tardes ya, María.
Lo primero, darte las gracias por darme una oportunidad comprando mi novela. Me alegra mucho que te haya gustado tanto, a fin de cuentas lo que pretendo es solamente hacer pasar a la lectora un rato tan entretenido como paso yo cuando la estoy escribiendo. Gracias por decírmelo, es una inyección de moral para mí.
En cuanto a la portada, pues hya diversidad de opiniones, a unas les ha gustado más la de Círculo y otras se han enamorado del pirata que pusieron en Esencia.
Ojalá te gusten otras novelas de igual modo, rezo por no defraudarte.

Montones de besos

Anónimo dijo...

Dudo mucho que me puedas defraudar, y te aseguro que voy a seguir leyéndote, una pena que en el Círculo no haya más novelas tuyas. Se lo propondré.
Un saludo, María.

Nieves Hidalgo dijo...

María eres un sol !!!
En Círculo tuvieron Amaneceres cautivos, lo que pasa es que debe estar ya fuera de catálogo, aunque imagino que podrían enviarla aún.

Millones de besos

Anónimo dijo...

Hola Nieves! Soy Cristina, y al igual que a María yo también compré el libro en Circulo en mi último pedido. Ha sido el mayor acierto! Ya te seguía desde tu novela on line de la que vas publicando cada día un capítulo y te aseguro que Angel Negro que ha gustado tantisimo o mas que esta. Me encantan las historias y las escenas en las que desenvuelves a los personajes.
Es una pena que no hayan más publicaciones en Circulo, pero tranquila, que te busco en otras librerias. ¿Porque novela tuya me aconsejas seguir?
Un saludo a tod@s!

Nieves Hidalgo dijo...

Hola, Cristina.
te agradezco tus palabras de elogio porque me dan ánimo para seguir escribiendo.
Como ya he dicho, en Círculo han tenido Amaneceres cautivos, pero las otras novelas se pueden conseguir en librerías o en Amazon, y también en Navlan.

Ojalá te gusten las que consigas.
Un beso enorme

Unknown dijo...

Hola nieves, yo soy Colombiana y visite tu país en dias pasados, como soy adicta a la lectura, entre a una libreria y compre 12 libros, pues aca en Colombia no veneden suficientes novelas para mi gusto, sin querer compre "El angel Negro" y debo contarte que me encanto la historia, fascinantes personajes y muy entretenido, mejor dicho, me enamore de miguel De Torres. Te felicito y espero poder comprar tus libros asi sea en e_book. Un Beso desde mi tierra.
Atte.
Belinda

Unknown dijo...

Nieves, soy colombiana y adicta a la lectura de novelas, las de piratas me encantan; hace unos dias estuve en madrid y compre tu libro "El angel Negro" me enamore de MIguel De Torres, maravillosa novela y muy entretenida, espero seguir comprando tus e-book, ya que aqui en Colombia es dificil encontrar tantas novelas. un abrazo y si vienes a Colombia ojala te pudiera saludar.
un abrazo
atte.
Belinda

Nieves Hidalgo dijo...

Hola, Belinda.
Te agradezco que dieras una oportunidad a Miguel y a Kelly y me alegro si te ha gustado. Ya sé que no llegan novelas en papel, pero al menos están todas en ebook y, site apetece, puedes conseguirlas.
Me encantaría conocer tu país y darte un abrazo.
Te mando uno por aquí, no es lo mismo pero lleva todo mi cariño.
Mil besos

Anónimo dijo...

Hola Nieves.
Soy Mayte,queria decirte que me ha encantado el libro,es muy entretenido y me ha hecho pasar grandes ratos este verano.
Te felicito por la descripción de los personajes,es fabulosa!!
Un beso grande.
Mayte

Nieves Hidalgo dijo...

Hola, Mayte, guapa!!!
Un millón de gracias por haber leído la novela y por comentarte tu parecer.
Espero que sigas acompañándome en mis aventuras.
Sabes que te quiero.

Montones de besos.

María .S.L dijo...

Desde que mi madre me compro el libro El Angel Negro lo he leido unas 200.000 veces me encanta. Es uno de mis libros favoritos y me ha inspirado para escribir mis propias novelas las cuales espero publicar muy pronto

Nieves Hidalgo dijo...

María,

ya serán unas cuantas menos, jajaja.
Gracias por entrar y comentar. Me alegro que te haya hecho pasar buenos ratos, es lo que pretendía al escribirla.
Es un palcer saber que tenemos otra escritora en puertas. Te deseo la mejor de las surtes y, sobre todo, que disfrutes escribiendo.

Montones de besos

María .S.L dijo...

Gracias nieves ¿si quieres leer mi novela la tengo subida por capitulos en mi blog http://historiasdeamorvampirico.blogspot.com.es/

María .S.L dijo...

Gracias nieves ¿si quieres leer mi novela la tengo subida por capitulos en mi blog http://historiasdeamorvampirico.blogspot.com.es/

Nieves Hidalgo dijo...

María,

por descontado que intentaré pasarme y leer algo.
¡Gracias!