martes, 19 de octubre de 2010

LA PERLA DE NAINARJI (Extracto del capítulo 2º)

II

1765. CINCO AÑOS DESPUÉS.

Los ojos azul claro de la muchacha se agrandaron al ver el cuerpo delgado y perfectamente formado del hombre. No era la primera vez que admiraba a su amante y, sin embargo, seguía asombrándose de aquella piel dorada y de sus músculos como acero bien templado. Se envolvió en la sábana y una sonrisa triste acudió a sus labios al recordar su obligación. Por nada del mundo deseaba causarle mal, pero tenía que cumplir lo que le ordenaron si quería que sus padres continuaran viviendo.

Él se giró para mirarla, gloriosamente desnudo y colocó las manos bajo la nuca. Ella no pudo disimular otra mirada admirativa y acabó por hacerle reír.

-Vamos, ven aquí, Beatrice –golpeó la cama-.

La joven aceptó de buen grado. Sabía que aquella sería la última vez que gozaría de su cuerpo, la última ocasión que tendría de sentirse abrazada por él. Hizo la tela a un lado y se precipitó hacia el lecho. Apenas puso la rodilla en el colchón los brazos masculinos la envolvieron y la boca dura de él buscó la suya como un sediento. Segundos después Beatrice ya estaba preparada de nuevo para recibirlo, pero él la hizo esperar besando cada partícula de su joven cuerpo, mordisqueando el lóbulo de su oreja o sus pezones, masajeando sus caderas y la forma redondeada de sus nalgas. Cuando por fin la poseyó, Beatrice dejó escapar un suspiro de placer y se le entregó. Rodeó sus caderas, le atrajo, sus dedos se engarfiaron en sus brazos, acariciaron la ancha espalda…

Abrió los ojos mucho después, cuando los latidos de su corazón remitieron. Se ladeó y se apoyó sobre un codo para observarlo a placer. Su amante estaba boca arriba, con los ojos cerrados. Con dedos trémulos ella recorrió la línea perfecta de la nariz, los labios, el orgulloso mentón. Acarició el amplio tórax y jugueteó con el suave vello que cubría sus pectorales para bajar luego, despacio, hacia el vientre liso y duro. Miró con glotonería aquella parte íntima de él que había sido suya en muchas ocasiones durante los últimos meses. Su mano continuó bajando… hasta que él la detuvo.

-Déjame reponerme, ¿quieres? –bromeó-.

Beatrice suspiró y dio un vistazo al reloj que había sobre la chimenea. Eran casi las ocho de la tarde, apenas faltaban cuatro minutos. Ya no quedaba tiempo para nada, ni siquiera para explicarle. Se incorporó y se puso una bata que cruzó sobre su cuerpo. Le dio la espalda para que él no advirtiera sus ojos cuajados de lágrimas.

Pero él lo intuyó.

-¿Qué te sucede?

Ella era incapaz de mirarlo a la cara. Volvió a mirar el reloj. Dos minutos para las ocho.

-Vete –susurró-.

-¿Qué?

-¡Por el amor de Dios, vete de aquí! –le gritó, ya fuera de sí-.

De todos modos no hubiera podido hacerlo. La posada estaba rodeada. Pero el desconcierto le hizo perder unos segundos preciosos y para cuando la puerta de la habitación se abrió de golpe, ni siquiera se había movido de la cama.

Beatrice se hizo a un lado cuando los seis hombres armados penetraron en el cuarto. No miró a su amante, le era imposible hacerlo sabiendo que en los ojos verde furioso encontraría una pregunta que no podía contestar. Le escuchó maldecir en voz alta y se encogió en una esquina mientras entraba otro hombre, militar como el resto. Se echó a llorar.

Albert Huston avanzó con paso seguro y lanzó una risotada al ver al otro desnudo sobre la cama.

-Nadie podrá decir de mí que no concedo un último a un reo. Una tarde… interesante, supongo –echó un vistazo a la joven-.

-Interesante, sí –repuso el que estaba en el lecho-.

-Puede vestirse, señor Connery.

Patrick sonrió a pesar de todo. Se incorporó de un salto que hizo retroceder a los soldados y tomó sus pantalones.

-Una magnífica jugada, capitán Huston.

-Celebro que lo toméis así –rió el militar-. Francamente, me desagradan las escenas dramáticas.

Patrick acabó con parsimonia por ponerse la camisa, las botas y la chaqueta. No se entretuvo en abrocharse. Su gesto se endureció al mirar al sujeto que le había apresado.

-¿Cómo habéis conseguido que ella me tendiera la trampa?

-Bueno… la muchacha tiene una familia que desea conservar y…

El trallazo propinado por Patrick hizo que los sesos de Huston se revolvieran y cayó despatarrado en el centro del cuarto. Cuando consiguió aclarar la visión, Connery se debatía entre los brazos de sus soldados.

-¡Sujetadlo bien! –ordenó, incorporándose- ¡Maldito hijo de puta irlandesa! ¡Pagarás por esto! ¡Atad a esa bestia!

A pesar de sus esfuerzos, le tumbaron en el suelo, le dieron la vuelta y le pusieron los brazos a la espalda. Una cuerda le ató las muñecas y ya no pudo hacer nada por escapar. Cuando le pusieron en pie Huston se le acercó, las venillas de ojos rojas por la rabia.

-Voy a hacer que te arrepientas de cada segundo de tu asquerosa existencia irlandesa, Connery –le amenazó-. Lamentarás haber nacido cuando acabe contigo, sucio piojoso rebelde.

Sin previo aviso lanzó el puño, que se clavó en el estómago del prisionero. Patrick se encogió por el dolor y boqueó, falto de aire. El segundo golpe se le nubló la vista y solamente se sostuvo en pie porque le estaban sujetando. Mientras le arrastraban fuera de la habitación escuchó el llanto de Beatrice.

-No quería hacerlo, Patrick, pero me obligaron –se disculpó ella-. ¡Me dijeron que matarían a mis padres! –gritó- ¡Patrick!

Huston empujó a la muchacha dentro del cuarto y ella cayó de rodillas dolorosamente.

-Vuelve a la cama, zorra. Y espera a otro cliente. A este no volverás a verlo, salvo que quieras presenciar como le ahorcan en la Torre de Londres.

(Extracto del capítulo 2º)

10 comentarios:

Annie dijo...

ok ya me enganche pobre Patrick te gusta hacernos sufrir verdad? no lo puedo creer, tan lindos que son en la cama y la suerte no le sonrie.
saludos
desde México

Anónimo dijo...

Nieves!!!!! no tienes un huequito para colgar otro capítulo porfi???? ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy. Pobrecillo él, pero claro si a ella la habían chantajeado.... enfín, que me he quedado con ganitas de más!! ja ja ja
Un besazo Nieves. Por Dios siempre consigues engancharme!!!
Marta

Carolina dijo...

Uyyyyy, anda que bien empezamos...cama, pelea, traición...en tan pocas líneas...jesús!!
Y me quedo con las ganaaaas.
Besos traicioneros y llorosos...muaks!

Ángeles Ibirika dijo...

¡Ufff! Me has tenido todo el tiempo con el corazón encogido, y ahora ya ni me lo encuentro.
Fascinante, Nieves, pero no esperaba menos, viniendo de ti. Promete ser una historia intensa, de esas que no te dejan respirar.

Un abrazo grandote

Bego dijo...

Solo puedo decir..., que con la miel en los labios.

Besos y buen día.

Nieves Hidalgo dijo...

De verdad que sois la bomba, chicas. Pero si está sin arreglar y con más faltas que un calcetín remendado...
En fin, que no paro de daros las gracias porpasaros por aquí para leer mis panfletos.

Miles de besos a todas

Marta L.Esteban dijo...

Me encanta, me encanta, me encantaaaaa!!
No se como lo haces. Con tan solo un trocito ¡y ya estoy en ascuas!
Vamos que me he metido en la escena como si realmente la viera. Lo malo es cuando llegas al punto y final y buscas mas jeje. Pero bueno despacito y con paciencia, no queremos que te satures :D
¡¡Un beso mi niña!!

Nieves Hidalgo dijo...

Marta, mi hacedora de videos,
no sabes lo que me gustaría poder colgar la novela completa, pero es que es imposible.

Gracias por seguir aquí.

Besos y abrazos

Anabel Botella dijo...

Uyyy, empeiza fuerte la historia. Voy a por el siguiente.

Nieves Hidalgo dijo...

Anabel, no acabo de volver de la tuya. jejeje

Besos